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El uso de la vela en Europa es muy antiguo. Los griegos y los romanos se servían de ella en el Mediterráneo. Los barcos de la flota de los vénetos, vencidos por César en Armórica en el año 56 a.C., estaban dotados de velas de cuero. Sabemos por Tácito que los bátavos las usaban en el 70 d.C. Una fuente de 470 nos revela que los sajones también navegaban a vela. Es impensable que los escandinavos, pueblo de navegantes en contacto con el mundo exterior, ignorasen este modo de propulsión, pero no poseemos ninguna prueba de que lo utilizasen antes de principios del siglo VIII. La vela extendió los horizontes de la navegación de altura y la generalización de su empleo entre los pueblos nórdicos coincide con el comienzo de la expansión vikinga. Desgraciadamente, las velas de las naves vikingas no resistieron los embates del tiempo y apenas se conoce nada sobre ellas, a excepción de lo que muestran las monedas, las piedras rúnicas y el tapiz de Bayeux. De forma cuadrada, confeccionadas (se supone) con la larga lana de las ovejas escandinavas de la época vikinga, a veces eran de color rojo o con listas rojas o azules. A partir del momento en que se construyeron los barcos para navegar a vela, el papel de los remos quedó reducido al de un medio auxiliar para las maniobras y la navegación por ríos. Las Naves Tumba. Los vikingos conservaron la costumbre, cuyo origen se remontaba ya a la Edad del Bronce, de enterrar a los personajes importantes a bordo de naves arrastradas a tierra. Incluso en los casos en que los saqueadores de sepulturas llegaron antes que los arqueólogos, que suele ser lo habitual, debemos a esta costumbre descubrimientos arqueológicos que suponen una contribución inestimable al conocimiento de la construcción naval entre los vikingos, pero también de su arte y de las herramientas y utensilios que empleaban. En el túmulo de Gokstad, cerca de Sandefjord, al oeste del fiordo de Oslo, aparecieron los resto de un hombre que medía alrededor de un metro ochenta y que pudo morir hacia los cincuenta años. Padecía reumatismo y artritis crónica. Los arqueólogos piensan que se trata de Olav Geistarda-Alf, tío de Harald el de la Hermosa Cabellera, rey de Noruega. Se sabe que murió de "dolores de los pies". Al parecer, fue enterrado entre 860 y 870. También se descubrieron tres barcas con sus remos y los esqueletos de doce caballos, seis perros e incluso un pavo. El mobiliario funerario comprendía cinco camas y un tablero de ajedrez. El túmulo real de Tune, al este del fiordo de Oslo, cerca de Fredrikstad, tiene un diámetro de ochenta metros. La embarcación enterrada en él estaba orientada en dirección norte-sur. La cámara funeraria albergaba los restos de un hombre y un caballo. Ya había sido visitada y no quedaba nada del mobiliario. En el interior del túmulo de cuarenta y cuatro metros de Oseberg, al oeste del fiordo de Oslo, no lejos de Tonsberg, el barco estaba amarrado por la roda a un gran bloque de piedra. Cuando se desenterró la embarcación, en 1904, los arqueólogos comprobaron que también había sido visitada. La cámara funeraria contenía dos esqueletos. Uno pertenecía a una mujer joven, cuya edad se situaba entre los veinticinco y los treinta años; el otro, a una mujer de sesenta a setenta. El esqueleto de la más joven había sido