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que entre ellos no se celebra Jól, una boda o un funeral, sino que se los "bebe" (drekka
jól, drekka brullaup, drekka erfi).
Así pues, a parte de agua y leche, bebían principalmente cerveza. Sin embargo, el
término utilizado, "öl", cubre realidades diversas, aunque en todos los casos se haya
tratado de malta, cebada y más raramente, lúpulo, fermentados y, eventualmente,
especiados. Los textos no siempre establecen claramente la diferencia, pero al menos
tres términos se aplican a esta bebida: öl, bjorr y mungat, las tres conservadas en
toneles.
La fabricación de este brebaje era aparentemente un asunto delicado e importante, y se
confiaba a los cuidados de los especialistas, unos más reputados que otros. Parece que
mungat, a pesar de su nombre, golosina, se aplicó más bien a la cerveza ligera, siendo
bjorr mucho más fuerte, representando öl la cerveza fuerte, aunque, como se ha dicho, la
palabra puede convenir a todos los casos.
El vino era importado por definición y no conoció más fortuna que la literaria. El mito
que afirma que Odín no se alimentaba más que de vino es, sin duda, simbólico, de
acuerdo con la etimología del nombre del dios, ya que odr significa embriaguez o furor
extático.
Pero la bebida por excelencia, como buena civilización indoerupea, era el hidromiel,
mjödr, a base de miel, como su nombre indica. A decir verdad, debieron de existir
variedades de "cerveza" en las que entraba miel, así como toda clase de especias, y todo
hace pensar que, muchas veces, cuando se nos habla de "öl", debemos entender mjödr.
En cualquier caso, esas bebidas eran probablemente fuertes y los vikingos no parecen
haber soportado bien la ingestión de bebidas alcohólicas. La embriaguez era, por decirlo
así, la conclusión obligada de todo banquete y textos como la Saga de Egil, Hijo de
Grim el Calvo, no nos ahorran detalles repugnantes o truculentos sobre tales ápapes. Se
bebía en cuernos, naturales o de metal, incluso de madera, a menudo muy artísticamente
decorados, pintados, grabados, realzados con placas de metal y dispuestos sobre
ingeniosos soportes. La cristalería, sin pie, se importaba del extranjero, sobre todo de
Renania. O bien, como prueba el tapiz de la reina Matilde, se utilizaban copas sin pie,
especie de cubiletes muy acampanados. En todos los casos se trataba de recipientes que
era prácticamente imposible poner en la mesa; había que vaciarlos tan pronto estaban
llenos y de ahí la rápida embriaguez a la que nos referíamos.
Existen ritos de mesa que podemos reconstruir a partir de lo que dicen las sagas, sobre
todo en lo que se refiere a la forma de beber. En general se bebía por rondas
(sveitardrykkja), debiendo beber cada uno tanto como su vecino. Sucedía también que
se bebiera a solas (einmenning) y, en ese caso, se hacía sin duda en cuernos más
pequeños. Existía también la costumbre de beber a dos (tvimenning), sea entre dos
hombres, sea entre un hombre y una mujer. Por regla general, el cuerno se pasaba en
círculo o bien pasaba de una fila a la de enfrente. En cualquier caso, beber en
abundancia era considerado una gran proeza, un verdadero héroe debía vaciar muchos
cuernos sin interrupción, con riesgo de vomitar, lo cual, aparentemente, no tenía
importancia.