REVISTA NUMERO 49 CANDÁS MARINERO REVISTA NUMERO 49 CANDÁS MARINERO | Page 19

Y ahí están en el ocaso de la tarde. Dando el toque final a los preparativos. Apenas a un día para hacer tangible toda la labor realizada. Mirando inquietas los vaticinios del tiempo en `interné´. Les queda por hacer el trabajo de calle, una larga noche de trazos de espadaña, de ceñoyo y de ciprés, y de coloridos rellenos de sal y de flores que doten de vida y de magia los bocetos, para que un año más el barrio de Santolaya luzca esplendoroso el domingo de Corpus. Una larga noche donde las predicciones agoreras se cumplirán y la prúa y algún chubasco aislado les `estimularán´ en la faena. Ya más distendidas, asumido el contratiempo, tomarán un merecido vermú y postergarán para otro año el guiño previsto al cielo por la ausencia de lluvia. Sucumbirán a la nostalgia y comentarán entre ellas los tiempos de cenoyo y espadaña de su niñez y valorarán en toda su amplitud el progreso conseguido a lo largo de estos tres años. Mirarán agradecidas a la inductora que sonríe a su lado y echarán un nuevo vistazo al cielo. Y cuando lo hagan les sobrevendrá el pálpito de que por allá arriba sus madres, estarán orgullosas de la deci- sión tomada por sus hijas. Terminarán con la espalda reventada y las rodi- llas enrojecidas de tantas horas postradas, y ya de madrugada desistirán de recogerse un poquito y descansar. Pasearán satisfechas, aunque sin alardes jactanciosos, desde la plazoleta del Cueto al Paseín, vigilantes y dispuestas a llamar la atención a cual- quier niño consentido, o histrión no tan niño, que pretenda hacer la gracia manoseando las figuras o pisoteando las flores. Recibirán con agrado las primeras alabanzas por el trabajo realizado. Reco- rrerán el resto de calles engalanadas intercambiando saludos y elogios con sus convecinas participantes, a la par que observarán con recelo el matiz gris ame- nazante de la mañana. Llegada la hora recriminarán el desliz divino incapaz de contener la llovizna. El desasosiego de que algún procesionario despistado arrastrara los pies al paso por las alfombras desapa- rece, y con ella la tensión generada, al saberse que al final la comitiva no saldrá, aunque para ellas no es consuelo sino al contrario, hubieran preferido que el presentimiento se cumpliera si con ello la procesión hubiera tenido lugar. Fotografias y Texto José Carlos Álvarez 19