Revista La revista de MAGSHIMIM | Page 31

Afirma Benítez: “Este movimiento transhumanista promueve la liberación de nuestros límites biológicos y tiene como insignes representantes a Ray Kurzweil, jefe de ingenieros de Google y a Tim Cook, CEO de Apple.”

Las tecno-religiones venden felicidad y una cuasi-inmortalidad (inmoralidad normalizada) nacidas de la inteligencia artificial y la biotecnología. Aún no se sabe pero se cree que futuras sociedades se intercambiará al Dios que hoy conocemos denominado por Harari como el Homodeus, el hombre máquina, el cual será perfecto y tendrá ciertas características de un Dios tecnológico.

Dejando a un lado todos estos futuros oscuros y no tan remotos, acerquémonos un poco más al presente. Hoy en día, especialmente los jóvenes, vivimos nuestra vida diaria atrapados en un ladrillo con pantalla, al cual no le podemos quitar los ojos de encima. Este aparato ha generado una pérdida de atención en los jóvenes, haciéndolos dependientes de este.

Toda esta distracción y adicción ha generado que los jóvenes pierdan interés en cosas más relevantes como su familia, su entorno y claro, su religión.

Vivimos en un mundo de Wall-E en el que dependemos de la tecnología y sólo esta nos hace felices. Abandonamos a Dios por ver lo que los demás comparten en Instagram y en Facebook, preferimos estar en nuestro teléfono o viendo Netflix que ir a un rezo de Shabat o a misa. Mientras más avanzada esté la tecnología y mejores dispositivos existan, más fácil nos olvidaremos de Dios y hasta de nosotros mismos, mientras tanto, sólo hay un interés en común hoy en día y es nuestra droga, como el soma que propuso Aldous Huxley en “Un Mundo Felíz” y es la tecnología. ¿Será que esta nos ayuda a escapar de la realidad a un mundo mejor e ideal para todos en el que todo es perfecto? Lo creo probable, esta droga no sólo podría acabar con las religiones y con la moral, sino que podría ser el fin de la humanidad misma.