Revista La revista de MAGSHIMIM | Page 30

De acuerdo a un estudio realizado en 71 países, la fe en el progreso de la ciencia ya es un indicador más fiable de la felicidad que la religión. La rivalidad entre la religión y la ciencia ha sido puesta a debate por siglos. Ha surgido una nueva pregunta. La investigación de la Universidad de Colonia (Alemania), liderada por la doctora en Psicología Olga Stavrova, arroja en sus resultados que, en efecto, en estas últimas décadas se ha estado generando un vínculo entre creer en la ciencia y sus avances con la felicidad. En más de la mitad de los 71 países, la gente siente que la ciencia es un mayor generador de felicidad que la religión:

Los participantes en el estudio tenían que responder una batería de preguntas sobre su percepción de satisfacción gracias a los avances científicos y sobre su sensación de libertad condicionada por la religión.” Los resultados nos indican que, lo que no ha logrado ninguna revolución social o política en toda la historia de la humanidad, lo ha logrado en unos pocos años la ciencia y tecnología, sustituir (parcialmente) a Dios. Jorge Benítez, escritor para El Mundo, nos dice que “Quizás Marx hoy vería al iPhone o a una tarjeta-regalo de Netflix como el opio (droga) del pueblo.”

oy en día, la mayoría de la gente ve la tecnología como una cosa tangible capaz de aportar soluciones, a veces inmediatas a problemas reales, lo que ha comenzado a sustituir que la gente acuda a Dios para que Él “solucione” todos los problemas. Esta investigación retrata lo mismo que sostiene el escritor judío-israelí Yuval Noah Harari: “las nuevas tecnologías van a matar a los dioses antiguos y dar a luz a otros.”

Sin embargo, algo similar ya había sucedido antes. En el siglo XIX con la llegada de la Revolución Industrial, las religiones perdieron mucha fuerza y según el filósofo José Antonio Marina: “Mucha gente pensó que desaparecerían, pero no sucedió así, por lo que es muy complicado pensar que pueda suceder en un futuro inmediato.”

Este nuevo fenómeno, se cree que reemplazará a todos nuestros profetas bíblicos por unos modernos, los cuales serían, algunos dicen, los gurús new age o telepredicadores a cobro revertido. Los nuevos templos o iglesias serían los edificios que representan a esas grandes empresas de Silicon Valley, el lugar con más influencia en el mundo moderno, por ejemplo la nueva sede de Apple en Cupertino, California.