Asumir la condición humana y caminar junto a los demás
Gerardo Gordillo Zamora, MSpS
Saludo con mucho gusto a todas y todos los lectores en el inicio de año. A través de esta columna pretendo ir compartiendo reflexiones y experiencias en torno a un elemento fundamental del cristianismo y de nuestra espiritualidad: el compromiso de solidaridad.
Hoy en día, la palabra“ solidaridad” es utilizada en distintos ambientes, pero en muchas ocasiones ha perdido la fuerza de su significado. Una primera tarea será ir recuperando los diversos elementos que la llenan de contenido y profundidad.
Culturalmente predomina la imagen de que la solidaridad es la ayuda del rico hacia el pobre, del que tiene hacia el que no tiene; es considerada como un acto de generosidad que nace de la buena voluntad, pero, estrictamente hablando, no se considera como una obligación o imperativo ético. Desde esta concepción, la solidaridad resalta el buen corazón del donante y se limita a actos puntuales y concretos.
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