feliz amando, nuestra felicidad tendrá que ver con la madurez de nuestro amor.
Para amar así, nuestra madurez en el amor, deberá tener dos grandes características: primera, una grande y consolidada madurez humana que nos permita amar con la libertad con que Jesús amaba y establecía sus relaciones; y, segunda, esa enorme madurez humana tendrá que estar coloreada con la compasión y la misericordia, que son las actitudes que llevaron al Padre a entregar a su Hijo por nosotros cuando todavía éramos pecadores. Dice san Juan que en esto conocemos lo que es el amor.
Un horizonte así es una invitación bella para cualquier bautizado. Sin embargo, nuestra experiencia nos dice lo difícil que nos es andar en la vida espiritual, que no basta nuestra buena voluntad, que es necesario mucho más. De ese proceso para vivir con fruto la vida espiritual es del que vamos a tratar aquí.
23