Para el Estado colombiano, sus fuerzas militares estatales y para-es-
tatales las lideresas son vistas como un enemigo a desaparecer con
la mayor crueldad y exposición; en las formas contemporáneas de
la guerra, en el que el centro de la riqueza y del control se disputa en
lo territorial-rural, más que en lo urbano, las mujeres son consideradas
por el poder mafioso como un enemigo bélico.
Segato plantea una pregunta fundamental para analizar los efectos
de esta guerra contra las mujeres en la sociedad, la cultura política y
militar: “¿Por qué se mata a quien en un imaginario arcaico, no es un
enemigo bélico? Ese es el centro del tema, el cambio de la guerra,
de la violencia, porque de repente aparecen formas de crueldad
inauditas aplicadas a cuerpos que no son el cuerpo del soldado, de
la corporación armada enemiga” [3].
Solución Política
Revista Insurrección / Página 22