Revista Greca | Page 51

cación de todo lo demás por medio de la destrucción y la muerte. Para mí, esta novela es el choque entre dos filosofías de vida que no llevan a ningún lado y que son lo único que le queda al moralmente devastado Japón.
Aquí es donde radica la principal diferencia de los dos: mientras Fukasaku ve una nación marcada por la violencia y atrapada en un círculo vicioso que es secuela de la Guerra; Mishima, por el contrario, ve una nación destruida en espíritu y sin identidad, que no tiene futuro si continúa de esta manera; dicho en otras palabras, Mishima aborrece la occidentalización y la ve como un mal, peor incluso que la misma guerra. Como bien expresa « el jefe », personaje que encarna la crítica radical a la nueva sociedad japonesa en el libro.
[…] No saben ni la definición de peligro. Creen que peligro significa algo físico, hacerse un rasguño y que salga un poco de sangre y los periódicos armando un alboroto. Bien, pues eso no tiene nada que ver con el peligro. El verdadero peligro no radica sino en vivir. Claro está que vivir no es más que el caos de la existencia, y más aún: es el afán loco y erróneo de ir desmantelando instante a instante la existencia hasta ver restaurado el caos inicial, y entonces, con la fuerza que da la incertidumbre y el miedo originado por el caos, volver a recrear instante a instante la existencia. No hay cosa más peligrosa que ésa. La existencia, en sí misma, no comporta ningún miedo, ni ninguna incertidumbre, pero el vivir crea ambas cosas. Y, fundamentalmente, la sociedad carece de sentido, es un baño romano en el que todos se mezclan. Y la escuela, el colegio, no es sino una sociedad en miniatura. Por eso nos están dando órdenes continuamente. Un puñado de ciegos nos dice lo que tenemos que hacer, y hace trizas nuestras ilimitadas facultades.( Mishima, 2015, p. 62)
Fukasaku, en cambio, la acepta y critica aspectos de ella, pero no la considera un problema siquiera comparable con la violencia de la Guerra y sus secuelas. Como se ve en la siguiente cita, la saga Yakuza Papers o Battles Without Honor and Humanity, como también se le conoce, expresa un proceso social de evolución e, incluso, de progreso.
Battles Without Honor and Humanity muestra la evolución de la sociedad japonesa a lo largo de cinco largometrajes. La sociedad que inicialmente está derrotada, reducida casi al salvajismo y la violencia como expresión común de desamparo, poco a poco va tomando aire, e inicia una ascensión económica de la mano de la yakuza. El crimen organizado es empleado también para mostrar las carencias y contradicciones de un sistema político aparentemente eficaz, pero corrupto como el mismo hampa. Y todo ello mientras la población japonesa se transforma, pasa de ser una sociedad sombría y controlada por extranjeros a ser un territorio próspero.( Machín, 2014, p. 218)
La diferencia de posiciones con respecto al tema en cuestión es notable, las dos citas comparadas dejan observar claramente la enorme diferencia.
Por ello precisamente es que es los dos distan tanto en algunos aspectos, por ejemplo, el estilo de personajes. En Fukasaku, casi todos ellos, empezando por el protagonista, Hirono, son exsoldados perdidos en un país plagado de violencia, o jóvenes que no saben qué más hacer con su vida y por esto deciden convertirse en yakuza. También hay otros recurrentes como las viudas que, tras la pérdida de sus esposos, en la guerra, se ven envueltas de diferentes formas con este mundo clandestino, y los políticos que utilizan la yakuza como medio para potenciar su poder. En todos estos personajes hay un hilo conductor que se ve claramente. En principio se nota fácilmente que la violencia los ha afectado a casi todos, la ilegalidad es una salida para defenderse de esa violencia, irónicamente, generando cada vez más violencia. Además, es evidente cómo todos ellos se sienten solos, así que buscan de cualquier modo alguna compañía para subsistir al nuevo y trágico Japón de la posguerra; ahí es donde la yakuza cumple un papel fundamental, pues da la sensación de unidad y familia. De hecho, los lazos entre las diferentes familias criminales se daban por medio de la ceremonia que convertía a dos hombres en hermanos de sangre, e incluso el hecho de que a las yakuza se les llamara « familias » tiene un significado de unidad que está muy marcado en toda la saga. Sin embargo, esa hermandad, de la que tanto se enorgullecían y que se demuestra en cada una de las películas, era endeble y una traición a un hermano yakuza no representaba un gran problema, lo que lleva a una tras otra carnicería sin sentido en busca del control total del bajo mundo. Aun así los personajes continúan ciegamente por este camino, traicionando y siendo traicionados por sus amigos y enemigos, que son casi lo mismo en este caso. Aunque parezca estúpido, casi nadie en las cinco películas renuncia a esta vida e intenta volverse un ciudadano legal; no pueden dejar de ser yakuza pues no conocen una vida diferente. Ya, tanto para los protagonistas como para el mismo Japón, es imposible volver a lo que eran antes de la
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