Un perro fiel
Jesús David Cortés
Noveno B
Era un día como cualquier otro, ¿pero usted que va
a saber cómo era un día normal? Raúl salió a vender
marihuana y, como siempre, le lavaba los carros a los
jibaritos, los admiraba, pensaba que ellos eran exitosos y yo pensaba que lo que pensara Raúl estaba
bien. Nunca lo dudé, ¿cómo alguien como Raúl iba a
estar equivocado? Una persona respetada, humilde y
querida por todo el barrio, Raúl era mi héroe.
Claro que eso fue hace nueve años y yo tenía ocho,
pero al crecer las cosas cambiaron. Raúl dejó de
Fotógrafo: Oscar Mora.
lavar carros y se convirtió en el dueño de los carros.
La mano derecha de Gustavo Salazar se llamaba
Jairo, claro que nadie le decía por su nombre, todos
lo llamábamos la Torre, por su altura y fuerza frente
a balaceras, las cuales, en su línea de trabajo, eran
más que frecuentes. La Torre fichó a Raúl para que
dirigiera el barrio y se encargara de mantener el
territorio bajo control. Raúl no era mucho mayor que
yo y evidentemente no tardó en invitarme al juego
ya que yo siempre le había sido leal y firme pa’ las
que fuera.