El respirar de la memoria
Óscar Pajarito
Octavo B
La respiración se torna cada vez más difícil, el aire
se torna pesado y húmedo debido al sudor y la sangre de la batalla; el estrés y la tensión se sienten en
el ambiente, la herida profunda en mi costado hace
más difícil pelear con eficiencia. Esto no va a terminar bien, eso lo sé.
Inmerso en la batalla, empecé a notar mi espada
más pesada, el casco me sofocaba y lo tiré con
rabia. Los moros nos superan en número, pude ver
a cada soldado visigodo dando hasta su última gota
de sangre por lealtad a su rey Rodrigo, que al final
de la batalla se esfumó sin dejar rastro. Mi mano no
soportó el peso de la espada que, como ave que
emprende vuelo, saltó de mis dedos. Desesperado y
Fotógrafo: Oscar Mora.
asustado huyo bosque adentro con un paso torpe y
cansado.
La derrota es inminente, y mientras los alaridos de
dolor y los gritos de guerra se alejan a mis espaldas, mi herida cobra factura. Mi pulmón se llena de
sangre lentamente, haciendo de mi respiración una
satánica pesadilla, y me hace imposible andar más.
Un árbol viejo en medio de un claro me sirve de
apoyo, así que me arrastro con dificultad y me recuesto en él. Y como el ocaso se torna noche, siento
mi muerte cada vez más cercana, casi respirándome
en la nuca, así que decido empeñar mis últimos minutos de vida a apreciar cada momento, cada instante.