A continuación citaré unas partes de Diario de un loco donde se puede apreciar todo
lo que he dicho antes, la locura que vemos de su parte, la falta de cohesión, entre lo que
escribe y habla, la noción del tiempo totalmente extraviada, etc. Pero bueno, igual sólo
sabemos su versión, lo que él escribe.
Ya no es la primera vez que te precipitas como un loco y enredas el asunto de tal forma que
ni él mismo demonio sería capaz de ponerlo en orden. Ni siquiera pones mayúsculas al
encabezar los documentos, te olvidas de la fecha y del número. ¡Habrase visto!
[…]
Aunque me juegue el sueldo, apostaría que nunca se ha dado el caso de un perro que
escriba. Sólo los nobles pueden escribir. Claro que también algunos comerciantes, oficinistas y,
a veces, hasta la gente del pueblo sabe escribir un poco; pero lo hace de un modo mecánico, sin
poner ni comas, ni puntos, y, claro está, sin ningún estilo. (Gógol, 2000, pp. 3 y 5)
El cuestionamiento radica en que me parece raro, que Aksenti esté tan seguro de
su locura, desde el comienzo de la novela, es consciente de su falta de cordura, en mi
opinión está influenciado y totalmente llevado por lo que le dicen, por cómo lo tratan.
O su entorno es el loco, o Aksenti Ivanovich si es el rey de España, pero los que lo aíslan
no quieren que el, siendo noble, logre ser importante. No sabemos, en este punto sólo
podemos divagar al respecto.
Tal vez Aksenti empezó a querer ser parte de algo más grande e importante, no por eso
estaba loco, quería impresionar a Sofía, quería ser más que un simple noble conformado
con su situación, después cuando ya es llevado a este aparente manicomio es en verdad
que se desquicia, pierde la felicidad, la realidad para él desaparece, está confundido y
perdido, ha perdido la cabeza. Los encierran, los hacen sentir anormales, los medican,
34