Revista Greca Revista Greca Número 2. | Page 33

entrada, pero todos nosotros somos sus hijos, nos demos cuenta o no. (Díaz, 2007, p. 13). Al mismo tiempo que tenemos: Nunca recibí de él el tipo de noticas que me dejaban los últimos fokin locos con los que había vivido, siempre pagaba su mitad de cualquier cosa y, si yo llegaba a casa mientras estaba enredado en uno de sus juegos de Dungeons and Dragons, se cambiaba de cuarto sin que le dijera una palabra. A Akira la podía soportar; Queen of the Demonweb Pits ya era otra cosa. […]   Bueno, a lo que vamos, ¿adivinen quién decidió que ella era el amor de su vida? ¿Quién perdió la cabeza porque la oyó escuchando a Joy División en su cuarto y —qué sorpresa— a él también le encantaba Joy Division? Óscar, por supuesto. Al principio, el tipo solo la miraba de lejos y gimoteaba sobre su «perfección inefable». Fuera de tu liga, le dije con crueldad, pero él se encogió de hombros y le habló a la pantalla de la computadora: Todas están fuera de mi liga. No le di caco al asunto hasta la semana siguiente, ¡cuando lo vi en una movida hacia ella en Brower Commons! Yo estaba con mis panas, que se quejaban de los Knicks. (Díaz, 2007, pp. 178 y 188)   La primera cita responde a una cultura de antiguo, que se ha consolidado alrededor de tradiciones y mitos, y estos han tenido directa incidencia en el entendimiento de su propio mundo. Reconocen la presencia de su fukú tanto en los aconteceres diarios, como en even- tos de importancia magna en la historia estadounidense —y no sería de sorprender que también en la del resto de países— y en su misma historia, la del trujillato. Más adelante, se denota una incredulidad por parte Óscar frente a tal maldición, y a lo largo del libro serán los personajes más longevos quienes hagan hincapié en ésta. La segunda cita, por otro lado, está ligada a las dos generaciones más recientes —Óscar y Yunior— quienes comparten una interiorización de la cultura norteamericana como la misma estadía allá. Son varios los elementos nombrados allí que bien podrían ser cambiados por sus representantes latinos o dominicanos, mas la misma propuesta de la novela lo hace imposible. Ahora bien, hay que reconocer aspectos propios del país que configuran a los personajes y sus situaciones propias en el transcurso de la novela. Las actitudes americanizadas de algunos persona- 25