Revista Greca Revista Greca Número 2. | Page 20

bió el mundo (de Tercero a Primero) sino también de siglo (de casi nada de TV o electricidad a un montón de ambas). Después de una transición semejante me imagino que únicamente las situaciones más extremas lo habrían podido satisfacer. ¿Quizá fue que en la RD había visto de- masiados episodios de El Hombre Araña, o lo habían llevado a ver demasiadas películas de kung fu de Run Run Shaw, o había escuchado demasiadas historias fantasmagóricas de su abuela sobre el Cuco y la Ciguapa? ¿O quizá fue el primer bibliotecario en Estados Unidos quien lo enganchó en la lectura con la chispa que sintió cuando tocó por primera vez un libro de Danny Dunn? ¿O quizá apenas fue el espíritu de la época (¿no fue el principio de los años setenta el amanecer de la Edad del Nerd?), o que se había pasado la mayor parte de su niñez sin un solo amigo? ¿O era algo más profundo, algo ancestral?   ¿Quién lo puede decir? (Díaz, 2007, pp. 33-34)   Me gustaría hacer aquí una pausa para señalar a lo que se refiere Díaz de los 70 como el amanecer de la edad del nerd. «El término no floreció como tal en la conciencia de masas hasta que Los Fonz lo usaron en Happy Days hacia la mitad tardía de la década de los 70. De esa manera empezó lo que se puede llamar como el ascenso del nerdismo en la Amé- rica moderna» (Brooks, 2008, p. 1). Esta cita nos ubica histórica y filológicamente dentro del marco del término nerd y de nuestro relato. Brooks señala la brecha entre los términos anglosajones de nerd y geek, explicando ciertamente cómo el primero remplazó al segundo, y las diferencias entre estos, siendo el primero simplemente adaptado a quienes eran mayor- mente estudiosos y en alguna medida vulnerables, mientras que el segundo era adaptable a quienes tenían un conocimiento cultural extenso, pero oponían cierta resistencia y eran más respetados por hacer seguimiento a una cultura un poco más cool y no quedarse, como los nerds, en lo meramente fantástico. Lo que podríamos concluir es que la diferencia viene siendo entre ser vulnerables o no, y es por eso que yo ubico a Óscar como nerd, así como infiero que lo hace el autor, pues sufrió de mucho bullying, como lo podemos notar en cier- tos pasajes del libro: Fue víctima de los demás muchachos —que lo golpeaban y empujaban y le hacían todo tipo de horrores y le rompían los espejuelos y le partían en dos ante sus mismos ojos los libros nueveci- tos de paquete que compraba de Scholastic a cincuenta centavos cada uno. ¿Te gustan los libros? ¡Ahora tienes dos! ¡Ja, ja! (Díaz, 2007, p. 34) 12