RevistaFarolDeArteYLiteratura
mariposas volarán de día, para que puedan mostrar esos colores que
tanto presumen. Las polillas volarán de noche, conmigo. He dicho.
Las mariposas, sintiéndose humilladas, regresaron de nuevo al
Árbol del Tiempo. Las polillas junto a las mariposas negras siguieron
volando, excepto Kai, quien parecía muy triste.
–¿Qué pasa? –dijo la Luna– No te ves muy contenta.
–No es eso –dijo Kai conteniendo las lágrimas–. Yo quería que
todos vieran que nosotras, al igual que las mariposas, tenemos belleza. Todos están despiertos de día, así que pueden ver los colores de
las mariposas, pero nadie está despierto de noche así que nadie puede
ver nuestro polvo de estrellas.
–Eso es lo mágico de ustedes.
Kai la miró, sin saber muy bien qué responder.
–Los humanos son muy superficiales. Solo ven que los ojos alcanzan a ver y para ellos no hay nada más. Son muy pocos los que
buscan más de lo que pueden ver, y por ser tan pocos, son especiales.
Al igual que ustedes.
A pesar de la sencilla explicación, Kai entendió perfectamente.
Con una sonrisa volvió al vuelo junto a sus demás compañeras, haciendo que la vista fuera aún más hermosa.
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