Revista Farol De Arte y Literatura
–¿Crees que podrías llamarlas para poder verlas volar a todas
juntas?
Sonriente, Kai aceptó y voló hacia el Árbol del Tiempo para despertar a sus compañeras y explicarles la petición de la Luna. Todas las
polillas se alborotaron pero al intentar irse fueron detenidas por las
mariposas. Sid había escuchado todo y estaba celoso de que un gran
Astro hubiera pedido ver un vuelo ¡y de las torpes polillas!
Varias mariposas interfirieron para que las polillas pudieran irse,
y Sid, enojado, las castigó quitándoles sus colores, dejándolas negras.
Kai se enfadó mucho y las invitó a unirse a su vuelo. Fue así que las
polillas, y ahora las mariposas negras, salieron volando. La Luna la
vio venir desde lejos: soltaban un hermoso polvo que con su luz era
plateado. Polvo de estrellas.
Durante unos minutos se complació con la vista de las polillas
hasta que de pronto vio un bulto negro y deforme volar hacia ella.
Ese bulto negro resultó ser las mariposas. Sid, celoso de que Kai y sus
polillas volaran para un Astro, habló con sus mariposas y decidieron
que también querían hacerlo, querían impresionar a la Luna con sus
colores; sin embargo era de noche, todo estaba oscuro y ni siquiera
con la luz del gran Astro se notaban los hermosos colores de los cuales
estaban tan orgullosos.
–Gran Astro –dijo Sid una vez se hubieran acercado–, ¿por qué
pierde el tiempo mirando el vuelo torpe de las feas polillas? Nosotros
volamos mucho mejor y nuestros colores son muy alegres.
–Yo no veo nada –dijo de forma fría–. Solo veo un bulto negro.
¿Por qué tan empeñado en impresionarme, si yo solo pedí ver volar a
las polillas? Es de noche, ni siquiera veo sus colores.
Sid quería replicar, pero se dio cuenta de que no tenía manera de
negar eso. Él tampoco veía bien los colores de su vuelo.
–También sé que tratan mal a las polillas –continuó–, y no pienso permitir más eso. Así que pondré mi primera orden: todas las
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