Revista Farol Noviembre 2013 | Page 14

RevistaFarolDeArteYLiteratura campesinas hablando. Decían que tal vez fuera mejor que las polillas se fueran a otro lado ya que algunos niños comenzaban a desarrollar una enfermedad debido al polvo que soltaban. Esa tarde, Kai estuvo llorando sin consuelo. Lloró y lloró y lloró, y, cuando creía haberse controlado, recordaba de nuevo las palabras de las campesinas y volvía a llorar. No se atrevía a regresar al Árbol del Tiempo, donde tanto mariposas como polillas vivían, pues tenía miedo de que la vieran en ese estado y la cuestionaran. De esta forma llegó la noche. Tanta era la tristeza y el dolor de Kai que no se dio cuenta de en qué momento llegó la noche, así como tampoco de que la Luna la miraba con sorpresa, pues nunca había visto algo tan bonito. Notó que estaba llorando, así que decidió hablarle. –¿Por qué lloras? –Por qué no soy bonita. –Claro que eres muy bonita. ¿No te has visto? Al ser blanca y gracias a la luz plateada de la Luna, Kai parecía brillar, como si estuviera hecha de luz. Al escuchar esa pregunta reaccionó y se dio cuenta de que era un Astro quien le había llamado. Tuvo muchos sentimientos encontrados, pero al final logró concentrarse. –¿Estoy brillando? –Así es –dijo la Luna con una sonrisa–. Acércate, quiero verte. Un tanto avergonzada por su torpe vuelo Kai obedeció, pero se sorprendió al ver que el polvillo de sus alas brillaba. –Es polvo de estrellas –le dijo la luna con voz dulce–. ¿Cuál es tu nombre? –Soy Kai. –Dime, Kai, ¿cómo es que nunca te había visto volar? –Nosotras no volamos de noche, sólo de día. –¿”Nosotras”? ¿Hay más como tú? –Sí, somos muchas. 12