Aquel día, por fin, volvimos a abrazarnos… Después de tantos días, tantas semanas y varios meses, al fin le pude ver.
Era un 16 de abril, cuando todavía estábamos en casa pasando el rato. Tenía algo que me inquietaba y era el no poder estar con las personas que quiero, mi familia, mis amigos, todos los que a diario estaban conmigo.
En especial, había alguien que me dolía no poder estar con ella, mi abuela. Todas las tardes a las seis y media, cogía mi teléfono móvil y llamaba a mis abuelos por vídeollamada. No era como siempre cuando todos los domingos nos íbamos con ellos al pueblo.
El día 20 de abril, mi abuelo se pasó por la farmacia a comprar y decidió vernos por el balcón. Se me hizo raro verlo con mascarilla y guantes pero me puse feliz al saber que se encontraba bien pero algo por dentro me hizo llorar, el verle y no poderle abrazar, me hizo romper en llanto. No era un llanto de tristeza, era más bien un conjunto de sentimientos que no sabría explicar.
A partir del día 27 de abril, los menores de catorce años, podríamos salir un rato a la calle, y decidí ir a ver a mi abuela para darle una sorpresa y celebrar desde la distancia sus setenta cumpleaños.
Teníamos todo preparado: encargamos un ramo de flores y se lo quedamos en la puerta de su casa, para que cuando la abriera lo pudiera coger sin estar en contacto; llevamos globos y un altavoz para ponerle el cumpleaños feliz y mi madre le hizo un bizcocho para que por lo menos disfrutara de su cumpleaños con algo dulce.
Su cara de felicidad nos emocionó a todos, incluso a sus queridos vecinos que acompañaban cantando el cumpleaños. Al igual que la otra vez cuando vi a mi abuelo desde el balcón, ahora era el caso contrario, yo estaba abajo sin poder subir a decirles por lo menos lo mucho que les extrañaba. Me prometí a mi misma que cuando saliéramos de ésta, iba a abrazarlos mucho más que antes.
Ese día fue uno de los más bonitos, tanto tiempo sin abrazarles, sin hablarles, sin estar con ellos… Y al fin tenerlos al lado, frente a frente. Sé que hay veces que no se sabe lo que se tiene hasta que no puedes tenerlo contigo. Este tiempo me ha ayudado a valorar a todas aquellas personas que no he podido tener cerca y al fin de tanto tiempo, hemos visto.
La importancia de un simple abrazo es más necesaria de lo que crees.
Paula García 2º ESO B