Aquel día, por fin, volvimos a abrazarnos, mi padre y yo llorábamos de la emoción nunca antes le había abrazado con más cariño e ilusión.
Era un día de cuarentena más aburrido que ningún otro día y además, mi padre no estaba en casa , con lo cual lo complicaba porque mi padre era experto en sacarme una sonrisa de la cara , a mí y a todo el mundo claro porque su oficio trataba de ello.
Mi padre trabajaba en la UCI, y todos lo conocían ,era el mejor doctor de todo el servicio sanitario, y lo que más le gustaba a sus pacientes de él, es que un día tormentoso antes de su consultarle, se convertía en un día soleado y maravilloso después de verle. Mi padre hacía mucho por sus pacientes ,y ellos se lo agradecían poniéndole regalos en la puerta de casa, me acuerdo que una vez la vecina de enfrente nos regaló unas entradas para un concierto del año pasado.
Mi padre más que nunca tenía que trabajar, por eso ese abrazo , lo echaba mucho de menos pero sabría que saldríamos de esa y mi padre sería la causa de ello.
Darío Práxedes 1º ESO E
AQUEL DÍA, POR FIN, VOLVIMOS A ABRAZARNOS