Ojalá, en fin, este viejo cuento de epidemias, héroes, pueblos amenazados y gloriosas remontadas (del capital – ya verán –), nos dé al menos la ocasión de tomar consciencia. Consciencia de que todo es cuento. De que nosotros también contamos – nuestra versión libre, crítica, de la historia –. O de que sin cuidar de los demás se nos acabó el cuento. Aprovechen, así, estos días de encierro para liberarse: para recapacitar, expresar, charlar y, sobre todo, pensar. Tal vez se percaten de que el tiempo perdido no era este – kafkiano y lúcido – del confinamiento, sino el de antes de que se les diera la angustiosa oportunidad de tomar conciencia.
Este artículo fue publicado originalmente en El Periódico Extremadura. Para leerlo en prensa pulsar aquí.
Víctor Bermúdez, profesor de Filosofía