¿Cuántos de vosotros conocéis al galgo? Un perro delgaducho, que corre muy rápido, al que le encanta cazar liebres y que está hecho para vivir en el campo. Hasta aquí todos de acuerdo, ¿verdad?
Pues no, yo no estoy de acuerdo, y espero que cuando terminéis de leer este artículo cambiéis vuestra forma de pensar sobre estos compañeros de sofá.
Sí, lo he escrito bien, de sofá. ¿Sabéis que un galgo se peleará por quitarte tu sitio en ese sofá tan cómodo que no volverá a estar limpio de pelos nunca jamás? Aunque veamos a los galgos tan atléticos y rápidos, preferirán dormir hasta 20 horas en un sitio blandito. Son perezosos por naturaleza y en casa serán como un cojín que de vez en cuando te dará un besito. Pero no todo es dormir. Los galgos también disfrutan de los paseos y de las carreras, pero prefieren correr en un parque detrás de un amigo perro, antes que hacerlo detrás de una liebre.
Todos tenemos la imagen del galgo miedoso en nuestra mente. ¿Os habéis planteado alguna vez por qué son así? Bueno, en verdad no son así, más bien hacen que lo sean.
Los culpables son algunos cazadores, eternos amantes de sus perros y de todas las presas con las que acaban.
El galgo, una herramienta con vida