Revista Elevación Nº2, Diciembre 2014 | Page 20

Cuando los Ángeles llegan a nosotros con un mensaje que compromete nuestra mente o nuestra voluntad, siempre está destinado a dejarnos con la necesaria libertad para elegir. 4) Los mensajes angelicales llevan nuestra atención hacia el que los envía (Dios) y no hacia el mensajero (el Ángel). ¿Se te ha ocurrido pensar por qué razón los Ángeles se presentan con más frecuencia bajo la apariencia de seres humanos comunes, para nada celestiales, criaturas apenas metidas en un cuerpo que algunas veces tenemos el privilegio de ver? Creo que es así porque no quieren que nos fijemos en ellos más de lo indispensable, sino en el mensaje que nos traen y en Aquel que lo envía. Siempre que recibamos un mensaje que de alguna manera no nos incite a aproximarnos más a Dios – es decir, a rezarle o agradecerle, ya sea en voz alta como estableciendo una comunicación sin palabras – será conveniente que echemos un vistazo a nuestro interior y nuestra capacidad creativa como posible fuente del mensaje. Si la figura del mensajero aparece opaca como para que sólo podamos verlo a él, entonces ese mensajero no es un Ángel. Es necesario subrayarlo constantemente, los Ángeles nunca se interponen en el camino. No quieren convertirse en el centro de nuestra atención durante más tiempo del indispensable para entregar su mensaje o hacer aquello para lo cual han sido enviados. 5) Examinar siempre los frutos de cualquier encuentro angélico o de todo mensaje que se nos presente, tanto en relación a nuestra vida, como a la de nuestros seres queridos. Jesús lo expuso con toda claridad cuando recordó que “por el fruto se conocerán los árboles, pues un buen árbol siempre tendrá que dar buenos frutos….” Un encuentro angelical proveniente de Dios y no de la propia imaginación, siempre tiene que producir buenos frutos, resultados tangibles. Desde luego, cuando nuestro propio anhelo de encontrar a Dios nos lleva a imaginar más de una cosa, más de lo que ofrece la realidad, también encontraremos buenos frutos. No somos troncos muertos, ni mucho menos. Somos criaturas extraordinarias, hermosos seres, y tengo la certeza de que cualquiera de nosotros tiene que haber producido alguna vez un puñado de dátiles o de jugosas aceitunas. Pero si tropieza con alguna negatividad dañina Revista Elevación “Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor, si perdonas, perdonarás con amor.”