to . Pablo , Gustavo , Juan , Gabrielito y a veces también el otro Gabriel , que vivía solo con la madre y visitaba a la abuela o una tía al lado de lo de Gustavo , éramos unos rapaces que nos pasábamos jugando al fútbol en la vereda de Santiago Gadea entre Alicante y Magariños Cervantes , pidiendo para el Judas frente al almacén de Jorge y metiendo bombas brasileras en cajas y troncos a la hora de la siesta . Ninguno conocía más dolor que el resultante de errarle al salto de un muro a otro o de recibir una patada en la canilla . Gustavo aún no era chofer de Copsa , ni Juan tenía tantos hijos , ni a Pablo se le había ahorcado la tía bajo la parra de los abuelos .
El escudo del Club Sportivo Miramar antes de la fusión con el Misiones
Ese manto de tragedia o de simple devenir de los acontecimientos que es nuestra vida adulta todavía era una nube lejana para esa barra ni siquiera adolescente . Como tal vez ocurra aún hoy , en Montevideo los días pasaban sin mucha diferencia entre uno y otro , y si no fuera por el informativo o la fecha que poníamos en el cuaderno de clase , era fácil confundir un martes de abril con un jueves de fines de agosto . De pronto , ir a una final de básquetbol a cien metros de nuestras casas significaba asomarse a la maravilla y lo desconocido . La pizarra de chapa se renovaba dos veces por semana con el anuncio de los partidos , y cada noche que Miramar jugaba de local brotaban autos estacionados de la nada y llegaba más barullo desde la cancha . Cuando se corrió la bola de que ese martes si ganaban , subían , nos las arreglamos para pedir permiso y estar en medio del hervidero de gente .
No era fácil de obtener el salvoconducto . No entendíamos muy bien por qué , pero algo indefinido respecto a la cantina , cosas que pasaban en el vestuario y la mala fama de los hinchas más caracterizados con el club hacían poner ceñudos a nuestros padres , que ni confiaban tanto en el ambiente familiar al que apelábamos mencionando vecinos que irían , ni querían perderse la novela brasileña de después del noticiero por ir a ver a diez tipos sudorosos en musculosa . Mi hermana debió haber hecho las gestiones , o habremos ganado por cansancio ante adultos que no veían con malos ojos tener una comida en paz sin niños en casa .
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