Revista El Uru Nº 55 | Page 20

- Saltá la reja entonces . - Saltala vos .
Aquella vez mi mamá se había ganado un huevo de Pascua gigante , gracias a una rifa que había organizado el almacén . No dudó en compartirlo con los chiquilines y chiquilinas del barrio . Y ahí estábamos , sentados en el cordón de la vereda de casa , saboreando la golosina . Como siempre , era una tarde tranquila , silenciosa . No se trataba de una cuadra muy transitada por vehículos . Apenas se escuchaba el trinar de algún ave , la frase perdida de algún vecino . Nosotros siempre éramos los encargados de hacer barullo , pero en aquel momento teníamos la boca ocupada con el blandito y dulce chocolate .
Debe haber sido por eso que el chirriar de las bisagras nos sobresaltó . Y en la fracción de segundo en la que descubrimos que la puerta que se estaba abriendo era la del viejo caserón , corrimos al hall de mi casa en la carrera más loca de todas las que habíamos protagonizado en aquel tiempo .
Desde el palier espiamos , amontonados entre nosotros , con un revoltijo de miedo y curiosidad en nuestras barrigas . Vimos salir a un señor que se puso a hablar con otra gente que estaba en la vereda . Intentamos en vano escuchar lo que decían . En los días que siguieron vimos ir y venir a este señor varias veces . En una de ellas llegó acompañado de una ancianita menuda y frágil . Una señora bo- Pag 20
nita . Ahora , mirando la escena a través del tiempo , me resulta fácil deducir que el hombre acondicionó la casa para que la anciana , probablemente su madre , viviera allí . Quizás compró el lugar , o sería su propiedad , abandonada durante todo ese tiempo . Lo volvimos a ver ocasionalmente , de visita .
Fue así como nuestro proyecto de ingresar a la casa se convirtió en el proyecto de conocer a “ la abuela ”, como decidimos bautizarla en forma unánime .
- ¿ Quién es ?
- ¿ Cómo puede esa señora pequeñita vivir sola en esa casa tan grande y oscura ? ¿ No tiene miedo de noche ?
- Debe ser una bruja que se escondió en un cuerpo de viejita con cara de buena .
- En la noche debe transformarse en otra cosa .
Teníamos que encontrar un motivo para llamar a su puerta . La escuela a la que concurríamos nos lo dio servido en bandeja : había que vender rifas a beneficio de la cooperadora . Y allí fuimos , todos juntos . Como otras veces , el mutismo nos fue ganando a medida que nos acercábamos a la casa . Habíamos cruzado la calle desparramados , a las corridas . Al aproximarnos fuimos juntándonos hasta formar una especie de bloque protector . Era como si todo se oscureciera . El olor a humedad invadía el umbral .