Revista de viajes Magellan Magellan Nº41 | Page 35
Caminito en Isla Puná
de paciencia veo a los barcos de pesca lle-
gar a los muelles, descargar el botín del día
poniendo el pescado en grandes cajas con
hielo, descargar las redes de pesca, revisarlas
durante horas y zurcir los desperfectos que
el arrastre ha ocasionado. Son trabajadores
humildes, sin muchos recursos, y fijarse en
el arduo trabajo que desempeñan me ayuda
a valorar cada gramo del pescado que como
a lo largo de estos días.
Para el cierre de este viaje de encuentro
entre el río y el mar decido hacer una visi-
ta de un día a la isla de Puná, para lo que
de nuevo me sirvo de una de las barcas del
puerto de Posorja. La entrada a la isla se hace
navegando por un pequeño y bucólico canal
en medio del manglar hasta el desembar-
co, en la población de Bellavista. Una vez
allí escojo cruzar el pueblo y caminar hacia
Cauchiche en lugar de quedarme en la Playa
Isla Puná, donde unos chiringitos ofrecen lo
que a la fín, ofrecen todos los chiringitos del
mundo: bebida y sombra.
Fuera de los chiringitos, la isla ofrece a
quien lo sepa ver, le genuinidad de lo no con-
taminado por el turismo de masas. Tiene sus
peros, no hay indicaciones, ni restaurantes,
ni bares, ni casi ningún servicio, pero todo
ello se compensa con una tradición ancestral
casi olvidada por la generación de los teléfo-
nos inteligentes: preguntar a los lugareños.
No siempre las indicaciones son exactas,
pero las salidas del sendero, los retrocesos y
las repreguntas me ayudan a esclarecer mi
destino, el pueblo de Subida Alta, donde me
dicen que me podrán preparar un buen refri-
gerio. Así pues, después de una caminata de 3
horas por caminos, pueblos y playas, alcanzo
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