Revista de viajes Magellan Magellan Nº41 | Page 19

la historia antigua de la isla, rica en regis- tro arqueológico. La reina de Huahine fue la última en aceptar el colonialismo francés, y por ello la isla preservó sus tradiciones y antiguos monumentos hasta finales del siglo XIX. Visité el marae de Manunu, uno de los templos mejor preservados de la Poli- nesia Francesa, y junto a él vi la tumba del último de los sacerdotes, fallecido en 1915. Aquí, en Huahine, no solo la antigua reli- gión había subsistido hasta entrado el siglo XX, sino que la lengua polinesia todavía era ampliamente hablada. Me di cuenta de ello cuando unas chicas jóvenes en bicicleta se detuvieron junto a mí mientras regresaba de visitar el marae. Conmigo hablaban fran- cés, pero entre ellas dialogaron en la lengua local. Viendo el interés que tenía por la his- toria, me invitaron a conocer los templos de Matairea, la colina que se levanta tras Maeva. Me impresionó la enorme cantidad de ruinas dispersas por el bosque. Hay más de cien templos en toda la isla, y los árboles habían ido creciendo encima de los muros de piedra y sus raíces parecían querer sujetar hasta la última piedra. Avanzamos por un estrecho sendero y llegamos hasta una cui- dada plataforma de piedras que parecía una terraza a media altura de la colina. Desde aquí distinguí la laguna y el estrecho brazo de agua que la conecta con el mar y en el que los polinesios ancestrales construyeron una trampa para peces, una especie de laberinto de muros de piedra que actúa como un reco- Vista aérea de los maraes de Maeva en Huahine 19