Revista de viajes Magellan Magellan Nº41 | Page 18

Altar de uno de los maraes de Maeva en Huahine todavía no he podido hacer crecer zanaho- rias en mi huerta, pero poco a poco le voy hallando el truco a eso de la horticultura y ya me han salido los primeros tomates. Primi es un hombre conversador, con una de esas caras que transmite siempre buen humor y paz. Se le veía feliz, y eso a pesar de que el trabajo no era tan abundante como antes. Era traductor e intérprete, y formaba a personal de hoteles para poder atender a los turistas. −Ahora siguen viniendo turistas, pero ya no se construyen tantos hoteles nuevos −me dijo−. La crisis reciente pasó factura, y mejor que sea así, porque si no, esto ya no va a ser el paraíso… A la mañana siguiente tenía la oportunidad de poder comprobar la aseveración de Pri- mi en Huahine, una isla situada a unos 140 kilómetros al noroeste de Moorea. El avión de Air Tahiti que me llevó allá me dejó ver perfectamente la isla antes de aterrizar en la pequeña pista que hay en su costa norte, jun- to a la laguna de Fauna Nui que baña los pies de Maeva, la antigua capital de la isla y que ahora es solo un pueblecito de cuatro casas, una iglesia y un polideportivo donde los fines de semana la población local se distrae con campeonatos de vóley y juegos de petanca. Solo hay tres hoteles de lujo en la isla, y comparados con los que abundan en Tahití o en Bora Bora, estos son más bien parcos en lujos. Y quizá por ello la isla tiene un carácter mucho más relajado, agrícola y hasta cierto punto ancestral. Y a sus habitantes se les veía más felices. Me interesaba sobre todo 18