Revista de Comunidades Educativas 127 Revista de Comunidades Educativas De La Salle 127 | Page 53

Comunidades educativas Escuela en Pastoral b. Toda cultura es capaz de Dios. El Catecismo de la Iglesia Católica inicia con una formidable sentencia que encierra la mejor justificación para el diálogo entre creencias: El hombre es capaz de Dios. “El de- seo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y solo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar” (CEC, 27). De ninguna manera podemos decir que solo el cristianismo po- see la capacidad de Dios, ni siquiera de ser posee- dora de toda la verdad. En todo grupo humano, en toda cultura, en toda religión, Dios se manifiesta y en ella el hombre puede encontrarlo y encontrar la verdad. Aun en culturas no creyentes, porque ellas también aportan el legítimo deseo de encontrarse como personas y encontrar el sentido de su vida. Todos, por tanto, como humanidad, caminamos juntos y entre más colaboremos, compartiremos la riqueza de cada uno. c. La pastoral debe trabajar la interioridad. La superfi- cialidad, el materialismo, el cuidado por la imagen, la practicidad de las decisiones, la gran cantidad de información que corre por sus manos y hasta la exigencia de una formación profesional, dejan poco tiempo para profundizar, para meditar, para entrar en contacto consigo mismo. Uno de los retos del hombre moderno es habituarse a la interioridad. El trabajo pastoral en la universidad debe buscar los espacios para confrontarse, más allá de las ideas, confrontarse a sí mismo. Independientemente de la creencia, se puede educar bajo principios cris- tianos claros, en un ambiente de diálogo y reflexión desde las propias creencias, de manera que todos puedan crecer como personas. d. Encuentro con Jesucristo, (vivir el hecho pascual) centro de la evangelización. El encuentro personal con Jesucristo es el origen, centro y meta de toda evangelización, aun cuando no se pretende cam- biar la fe de los no creyentes o quienes profesan otras religiones. La Pascua no es un simple recuer- do; la gracia de Dios está viva y está ahí, pero ne- cesita un “momento” para confrontar la vida de cada persona. Dios sale al encuentro, no espera la iniciativa del hombre, y se manifiesta de muy diver- sas maneras. Toda la acción evangelizadora tiene muy presente esa vivencia personal de la Pascua: “en todo tiempo y en todo lugar, Dios se hace cer- cano del hombre: le llama y le ayuda a buscarle, a conocerle y a amarle con todas sus fuerzas” (CEC 1). Es propio de una acción pastoral el acompañar la reflexión de las vivencias fuertes de la vida para interiorizarlas, de manera que sean momentos de gracia, momentos pascuales. La enseñanza religio- sa guardará como ideal favorecer ese encuentro, pero como consecuencia de un camino cuya meta podrá ser diferente para cada uno. e. La dignidad de la persona en el centro. Independien- temente de la religión o creencia, la dignidad de la persona está en el centro de todo proceso humano. Esa es la base de los derechos humanos. La perso- na tiene valor en sí mismo y en la trascendencia; el desarrollo del saber, de las habilidades y com- petencias debe ir en respuesta a la solución de ne- cesidades básicas de la sociedad y del individuo: el diálogo, la pertenencia, el reconocimiento, la paz y la justicia, el bienestar… f. Un Dios conectado a la vida. El ser humano no pue- de ser entendido fuera del contexto que lo configu- ra, y le da el escenario donde define su caminar. Su primer escenario es el mundo natural que le rodea: “La naturaleza es un don… que nos convoca a una comunión universal” (Laudato sii, 76). Ser capaz de retornar a la esencia misma de lo que somos: crea- turas del mundo, nos permite descubrirnos fuera de accidentes que solo son expresiones, pero no son la naturaleza de lo que somos. Somos parte de una creación; nuestro ser más elemental armoniza con las demás criaturas. El ser humano necesita de la naturaleza para entender su propia naturaleza; estamos “conectados” con la tierra, con el universo (Laudato sii, 79). La teología de la creación, recor- dada por el Papa Francisco en la encíclica Laudato sii nos recalca el llamado a reconocer que los de- más seres vivos tienen un valor propio ante Dios. La enseñanza religiosa debe darle significatividad a lo que sucede en el mundo en la vida de la persona y ayudar a descubrir que su propia vida es la que construye el mundo. Es una visión ecológica exis- tencial. Dios que me habla por medio del mundo que me rodea y la respuesta que debo darle a Dios en mis acciones en el mundo. g. En la universidad, más que formar en una religión, es importante dar iniciación a la religión donde se estudie el fenómeno religioso y se comprenda como elemento necesario para entender la cultura actual. Así, con una apertura de horizonte, lo que Gadamer llama conciencia hermenéutica, se podrá entrar a una dinámica de profundización enrique- cida con los conocimientos religiosos, que de otra manera serían rechazados por muchos jóvenes. Al entender el concepto religioso en la sociedad, se profundiza en el contenido Bíblico, litúrgico y doc- trinal que está expresado en las manifestaciones culturales actuales (tradiciones, arquitectura, mú- sica, pintura…). Además, se va profundizando para valorar los diferentes conceptos de la vida entre los 51