Revista Casapalabras N° 36 Casapalabras N° 36 | Page 14

Fernando del Paso I Castillo de Bouchout 1927 H 12 oy ha venido el mensajero a traerme noticias del Im- perio. Vino, cargado de re- cuerdos y de sueños, en una carabe- la cuyas velas hinchó una sola bo- canada de viento luminoso preñado de papagayos. Me trajo un puñado de arena de la Isla de Sacrificios, unos guantes de piel de venado y un enorme barril de maderas preciosas rebosante de chocolate ardiente y espumoso, donde me voy a bañar todos los días de mi vida hasta que mi piel de princesa borbona, has- ta que mi piel de loca octogenaria, hasta que mi piel blanca de encaje de Alenzón y de Bruselas, mi piel nevada como las magnolias de los Jardines de Miramar, hasta que mi piel, Maximiliano, mi piel quebra- da por los siglos y las tempestades y los desmoronamientos de las di- nastías, mi piel blanca de ángel de Memling y de novia del Béguinage se caiga a pedazos y una nueva piel oscura y perfumada, oscura como el cacao de Soconusco y perfuma- da como la vainilla de Papantla, me cubra entera, Maximiliano, desde mi frente oscura hasta la punta de mis pies descalzos y perfumados de india mexicana, de virgen morena, de Emperatriz de América. El mensajero me trajo también, querido Max, un relicario con al- gunas hebras de la barba rubia que llovía sobre tu pecho condecorado con el Águila Azteca y que aletea- ba como una inmensa mariposa de alas doradas, cuando a caballo y al galope y con tu traje de charro y tu sombrero incrustado con arabescos de plata esterlina recorrías los lla- nos de Apam entre nubes de gloria y de polvo. Me han dicho que esos bárbaros, Maximiliano, cuando tu cuerpo estaba caliente todavía, cuando apenas acababan de hacer tu máscara mortuoria con yeso de París, esos salvajes te arrancaron la barba y el pelo para vender los me- chones por unas cuantas piastras. Quién iba a imaginar, Maximilia-