Revista Caracter 2 - 2014 Vol. 2 | Page 132

momento de gestar las siglas que han posibilitado distin- guir una cumbre de otra. Así, al añejo MCCA y a la res- petable ALALC, se han agregado la JUNAC, el SICA, el CARICOM, la AEC, la CAN, el G3, el MUEC, el CBI, la ALADI, el MERCO SUR, el SICE, la ALCA, la ALBA, la UNASUR, entre otros. Además, se han suscrito varios acuerdos bilaterales, trilaterales y multilaterales, con ca- rácter regional, subregional e intra-regional, en diversos aspectos relacionados al transporte, energía, aduanas, co- rreos, migración, producción, educación e inversión. Me- dio siglo de esfuerzos sin alcanzar ningún resultado tan- gible, nos coloca ante una disyuntiva: continuar vagando por el mismo camino durante un siglo más o buscar otro sendero. El segundo posible sendero para crear el peso latino, sería el trazar un camino similar al transitado por el euro. Es decir, fijar los objetivos económicos que, uno a uno, tendrían que alcanzar los países latinoamericanos. Pero para recorrer este sendero, necesariamente se requiere que los gobiernos de cada país, a lo largo de un periodo más o menos extenso -doce años en el caso de Europa- asuman y cumplan el compromiso de restringir gastos, castigar la corrupción, no devaluar, crear empleos y no endeudarse más. Es decir, justamente los objetivos que la mayoría de los gobiernos de América Latina no han sido capaces de alcanzar. El tercer sendero para llegar al peso latino, pasaría a través del atajo que se abriría si es que -temporalmente- se adopta como dinero propio al dólar. Seguir este atajo no solo que evitaría el largo y estéril trajinar que se esconde detrás de los otros dos senderos, sino que gran parte del - 140 -