moneda: el peso latino!",
En definitiva, para crear el euro, los países europeos
han debido recorrer un largo camino trazado para esquivar
sus visibles y ancestrales diferencias nacionales. Pero el
camino que conduce a la unión monetaria de América La-
tina podría ser mucho más corto, porque en nuestros países
ni siquiera tendríamos que sacrificar nuestras simbólicas,
coyunturales y casi invisibles diferencias nacionalistas.
Un atajo
Para crear el peso latino, se requiere transitar por al menos
uno de los siguientes tres senderos alternativos: el prime-
ro, que es el más tradicional, requeriría decretar una zona
comercial en la cual la única moneda de pago sería el peso
latino; el segundo sendero demandaría que, como en el
caso del euro, los países participantes fijen ciertas metas
económicas a las que todos tendrían que someterse; y, el
tercer sendero, consistiría en encontrar un atajo que evite
tener que recorrer los dos largos y casi intransitables sen-
deros anteriores.
América Latina ha venido intentando recorrer el pri-
mer camino, el de la integración, desde mediados del Siglo
XX. Pero todos los esfuerzos, ya lo vimos, se han diluido
en innumerables citas cumbres, conferencias y seminarios
de jerarquía internacional, cuyo resultado más brillante
consiste en innumerables archivos que conservan atesora-
das algunas piezas de brillante oratoria diplomáticamente
inocua. Los esfuerzos también han sido muy fecundos al
10. Desde luego, la moneda individual de cada país también constituye un sím-
bolo.
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