Revista Caracter 2 - 2014 Vol. 2 | Page 121

Pero el octogenario Spinelli no sobrevivió mucho tiempo a la criatura. El 23 de mayo de 1986 fallecía en Roma. Y la criatura tampoco habría sobrevivido a su pro- genitor, sino hubiera sido por un inesperado evento que sa- cudió al mundo y a Europa. En 1989 sucedió un evento que nadie esperaba, pero que estremeció los cimientos mismos del viejo continente: el bloque socialista y comunista de Europa del Este empezó a hundirse de manera irreversi- ble.' El colapso alcanzó a Polonia, Alemania Oriental, Hungría, Rumania, Bulgaria, Checoslovaquia, Yugoslavia y, después, a todas las repúblicas de la ex Unión Soviética. Junto con la economía comunista, también se hundieron el Muro de Berlín y la Cortina de Hierro. Y sin esas barreras se abrió el paso a los ríos de gente -sobre todo la que había nacido detrás del muro hace menos de 40 años- que ame- nazaban con inundar Europa. Esa amenaza estaba justifi- caba por los largos años en que el Occidente había acusado al Este de mantener aprisionada a la gente. Si el Este ya dejaba salir a la libertad a esa masa humana, la moral dic- taminaba que el Occidente la debería dejarla entrar. El dictamen era especialmente válido para las dos partes de Alemania, entre las cuales ni siquiera se interpo- nía la barrera del idioma. Además, la Alemania del Oeste siempre había expresado que existía una sola Alemania, 4. Después de la aprobación del borrador del Tratado efectuada por el Parla- mento Europeo, los diversos gobiernos y partidos políticos nacionalistas, co- menzaron a bloquear o boicotear las actividades necesarias para oficializar y ejecutar el Tratado. En su lugar se impuso un documento que, bajo el nombre de Acta Única, reducía la unión económica a una promesa protocolaria que podía diluirse en una serie de reuniones intrascendentes y turísticas, al estilo de las que hasta el día de hoy predominan en Latinoamérica. - 129 -