• La segunda alternativa es que dos o más países
se asocien para comerciar entre ellos y acuerden
recibir en pago la moneda de cualquiera de los
países asociados;
• La tercera alternativa es que, dos o más países,
decidan crear y compartir una misma moneda. 1
En la literatura económica se pueden encontrar un
sinnúmero de argumentos que apoyan la primera alternati-
va. Por ejemplo, cuando Adam Smith identifica la moneda
con el trabajo que es necesario para producir la riqueza de
un país, al afirmar que:
El trabajo, pues, fue el precio primitivo, la moneda
original adquiriente que se pagó en el mundo por todas las
cosas permutables. No con el oro, no con la plata, sino con
el trabajo se compró originariamente en el mundo todo
género de riqueza. (Smith 75)
Por otro lado, Milton Friedman, Premio Nobel en
Economía, asegura que todo el mundo acepta dólares
-' esos pedazos de papel verde' - porque confían que todos
los demás lo harán:
La respuesta más breve -y la correcta- es que las
personas privadas aceptan esos pedazos de pa-
pel porque confian en que otras lo harán tam-
bién. Los pedazos de papel verde tienen va-
lor porque todos creen que tienen valor. y todos
creen que lo tienen porque, según la experiencia
l.
Cada alternativa tiene su propio ejemplo: la primera, los EEUU; la segunda,
cualquier acuerdo de integración comercial; y, la tercera, el euro.
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