La hablante siente miedo pero todo 10 olvida al sen-
tir el placer que la hace contener sus gritos y espera la muer-
te que supone vendrá con el orgasmo: "pues la muerte me
espera cautelosa/ antes de la postrera sacudida/ y me ofrece
vitrales y coronas de mirto" (22-24). Luego se recupera y
dice "no quiero resbalar" y pide que un ángel "detenga mi
martirio" pero no es posible y sufre otra vez más la viola-
ción. El tema del incesto, presentado con lenguaje religioso
conlleva doble revisión: la mujer como objeto de abuso en
la niñez y la pesada carga de la religión sobre ella. La reli-
gión, que debía darle el valor espiritual para ser el ángel del
hogar, le proporciona a la hablante-niña la justificación para
sobrellevar el abuso. La debilidad de la mujer, condenada
por Fray Luis de León como una deficiencia moral, y que
debería de inspirar en los hombre el deseo de protección,
se vuelve en su contra y, mucho más, siendo una niña. En
otro poema, "Santa Inés en agonía," se retoma el tema reli-
gioso para exponer el acoso masculino, esta vez asociado al
motivo de la culpa: "Defiéndeme tú/ pues en la lisa acera/
rebozan de continuo ramadas de amapolas," (5-7). La ten-
tación y la curiosidad del sexo preocupan a la hablante:
y a mis ojos inocencia asomada
seduce demasiado, es valioso argu
mento
para abrir charoladas portezuelas,
alcanzarme, someterme al ase
dio,
(8-11)
La hablante está consciente de que existe un asedio
que la conducirá a la desgracia dentro de una sociedad pa-
triarcal que pide que la mujer sea "pura y alba"; que dejará
en su boca "el viscoso sabor de la vergüenza."
El poema
es una revisión de la culpa femenina, ya que aunque el
hombre acosa es la mujer la que tiene que sufrir las conse-
cuencias:
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