Revista Caracter 1 - 2012 Vol. 1 | Page 135

la hablante de este poema, con gesto conmiserativo dice: " mi siempre lastimada y jamás dulce niña/ atesorando ibas antifaces"(v.26-27), a continuación proclama "Y no me adivinabas heredera y alumna" (v.28). Si desde niña ha te- nido que esconder su verdadero sentir, ahora de mujer, la hablante ha superado el miedo. Esta ruptura del ideal feme- nino promueve una revisión de la ideología de la domes- ticidad que trae como consecuencia una mujer que hoy se pone o se quita los antifaces a su gusto. La palabra "simula- cro" en el verso 27 da la clave: una vez adulta la hablante recurre a los antifaces por voluntad propia, no por miedo. Los retoma para controlar su destino en un mundo lleno de acoso. Ahora recuerda, y sabe manejar sus experiencias subjetivas porque con ellas afirma su ser femenino. Pero al mismo tiempo, la hablante de estos versos "utiliza" esta vo- luntad educada para sacar una ventaja en el presente donde la propia contención es su defensa. La cautela es su mejor arma: Pero, tanto sigilo, que ya no me sé el nombre de las cosas, ni de este sentimiento que está sobrepasándome, dulce e impetuoso, doloroso, quizás. quizás desesperado. (35-38) La mujer ha tomado conciencia de su ser, y este sentimiento, a pesar de ser desesperado, la "sobrepasa", es más fuerte que los años de tradición impuestos sobre su vida. Aunque: En no entenderlo está mi vanagloria, está mi precaución y mi obediencia. Mi niña. mi tirana, contemplándote sé que todo es inútil, que me parezco a ti, y que en ti permanezco, voluntaria y cautiva. Es mi memoria cárcel, tú mi estigma, mi or- gullo.( 43-48) La niña de ayer nunca saldrá de su vida pero la per- 146