corporales dejadas mudas por la cultura del pasado, Ros-
setti, por medio de su yo poético, retoma ese pasado para
buscar la distinción entre "lo imaginario y lo simbólico" y
hace que su discurso se acerque a su cuerpo, hacia lo in-
nombrable reprimido por el contrato social (Kristeva, 199),
y dice:
Al final, siempre recurro a ti
a tu silencio huraño ante la maravilla
a tus bucles pacientes bajo el sol, irisándose,
mientras querías ser santa apretando amapolas
a tu desolación que era un ópalo turbio
y a esa terquedad de no mostrarlo nunca. (10-15)
El mensaje es claro, la mujer de hoy debe en-
contrarse a sí misma en su propio ser, aunque tenga
que volver al ayer opresivo por medio del recuerdo.
Esta imagen de la mujer indica que no es necesario
romper con el pasado sino recuperar lo aprendido en
él y usarlo como una ayuda específica para plasmar el
resultado que es la mujer de hoy. En "Purifícame" la
mujer vuelve a la niña de ayer para recuperar y adop-
tar poses viejas, secretos guardados en una:
Voluntad educada para ser guardadora
para que de tu rostro no saliera
ni un atisbo de ti, ni el corazón vaciar
por calladas cuartillas, por la morada lana
de los confesionarios. Ni en lágrimas
verterlos.
(18-22)
En estos versos, queda plasmada o representada la
imagen de la mujer educada para ser el ángel del hogar,
reprimida aún en su potencial poético. El ángel del hogar,
afirma Bridget Aldaraca, fue un ideal que "vivió y respi-
ró" en las páginas de libros y revistas a partir de los años
cincuenta del siglo XVIII. La inhabilidad de ciertas muje-
res de alcanzar este ideal fue lo que dio origen a figuras
como Emma Bovary y Fortunata, entre otras (63). Cuando
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