Cactus
contemporáneo, pero la limitada distribución de sus
largometrajes no ha facilitado que le conozca una
audiencia mayoritaria. Por eso, la plataforma que HBO
le ofrecía con Big Little Lies, a priori, era perfecta; un
público más amplio podría descubrirla y acercarse a
Red Road, Fish Tank, Cumbres borrascosas o American
Honey. No obstante, al tratarla como a una sustituta
temporal cuyas aportaciones no debían destacar
nos impidieron disfrutar de todo su potencial y la
utilizaron a modo de reclamo publicitario en un
contexto en el que ya incluso se comercializa con la
desigualdad que sufren las mujeres del sector.
historias sabía que no podría dedicarse a ello a nivel
profesional en el Reino Unido porque los gatekeepers
de la industria no permitirían entrar a alguien que
venía de donde ella venía. Así, decidió marcharse a
Los Ángeles a estudiar dirección en el American Film
Institute y empezar a realizar sus primeros cortos.
Milk (1998), Dog (2001) y el oscarizado Wasp (2004)
estaban ya completamente impregnados del estilo
visual y de los intereses narrativos que han regido
toda su filmografía, marcada por una perspectiva de
corte social íntima, visceral y contemplativa, y, sobre
todo, por la plena libertad y control creativos.
Deseando conservar la integridad de sus
obras, Arnold se ha movido en el terreno del bajo
presupuesto desde sus inicios aun a riesgo de verse
obligada a pelear por un hueco en las salas comerciales
—de poco le sirve haber ganado el Premio del Jurado
en Cannes con tres de sus cuatro largometrajes—,
Sobreviviendo un día más. Andrea Arnold se ha
labrado su propio camino en contra de lo socialmente
establecido para ella. Nacida en Dartford en una
familia monoparental, de clase obrera y adolescente,
no tardó en abandonar los estudios a finales de los
años 70 para meterse a trabajar en programas de
televisión, primero de bailarina y luego como actriz y
presentadora, intentando escapar de una vida escasa
en oportunidades. Sin embargo, lo suyo no era estar
delante de las cámaras y aunque le gustaba escribir
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#37 09–10_2019
Sus protagonistas
femeninas se relacionan
con su entorno a la
defensiva, viscerales y
profundamente hostiles
y destructivas.