REFORMA EDUCATIVA | Page 57

La contrarreforma educativa, la ley y el orden de “excelencia” y comprometido con la sociedad mayoritaria, es decir, la conformada por cientos de miles de maestros, estudiantes y padres de educandos que viven en los estados con mayor pobreza, marginación y violencia, muy lejos de los enclaves de prosperidad urbanizados. Hoy, ante la ausencia de una idea de sociedad y de vida social civilizada, por ley, según mandata la Constitución, la escuela pública debería servir para formar mujeres y hombres con compromiso social, cultos, libres, con pensamiento crítico y humanista, y conocimientos científicos y tecnológicos sólidos y actualizados, que contribuyan a construir una sociedad educada, equitativa y solidaria. Por eso, como dice John Ackerman, “un maestro es más útil que un soldado para fomentar el desarrollo social”.13 Frente a la filosofía del mercado y el socialdarwinismo neoliberal que preconiza el derecho natural al éxito del más apto en un mundo lobo; ante los modelos vitalistas o biologicistas14 que han propagado, naturalizado y normalizado los atributos del caos, la violencia y el terror sin límites en una “guerra” cotidiana donde prevalece la ley de la selva y el hombre es el enemigo del hombre, la propuesta cultural, educativa, científica, autonómica de los maestros de la CNTE es brindar a los niños y jóvenes un conocimiento socialmente útil; una formación sólida, amplia, avanzada; dotarlos de capacidad para razonar, criticar, analizar y decodificar los usos y abusos del poder y su propaganda, sus mitos, falacias, tabúes, estereotipos y obsesiones; ayudarlos a forjar una voluntad férrea para trabajar por una sociedad más justa, fraterna, solidaria, diversa, donde todos quepan. Por eso son tan incómodos al sistema la CNTE y la CETEG. Por lógica, lo anterior se opone a un concepto de escolarización que tiene como único propósito “saber para subir” (Gabriel Said), así como al concepto de educaciónmercancía que, como señala Domingo Argüelles, brinda “paquetes de conocimiento”, certificados luego por un título o un diploma como prueba irrefutable de “saber”.15 Con el agravante, de que bajo la tecnocracia gobernante, ya ni los títulos ni los diplomas sirven para que los estudiantes puedan conseguir trabajo y salir de la pobreza. En rigor, a la visión ef icientista de la educación no les interesa las personas y menos la formación de ciudadanos críticos. Impulsan una “educación domesticadora” (Paulo Freire), deshumanizada, alienante y tecnocrática que produce personas bien adiestradas y adoctrinadas para hacer lo que hay que hacer sin originalidad y sin iniciativa. Pero sobre todo, sin chistar, como en un cuartel. En ese sentido, la escuela y la John Ackerman, “Con los maestros”, La Jornada, 15 de abril de 2013. Cabe recordar que las ideologías y doctrinas sustentadas en bases seudocientíficas (biologismo, eugenesia, darwinismo social) no sólo cautivaron y siguen cautivando a filósofos, médicos y sociólogos. Incluso, en asuntos de derecho penal, los delitos sociales también suelen ser vistos como “enfermedades”. 15 Ver Jorge Medina Viedas, “El pensamiento crítico en desuso: Juan Domingo Argüelles”. Milenio Campus, México, 19 de mayo de 2011. 13 14 56