Reflexiones...para un mundo plural. Reflexiones Volumen 2, número 22 Febrero 2016 | Page 21

Reflexiones / Febrero, 2016 21

INVITADO

Ciudad

REFORMA POLÍTICA EN EL DISTRITO FEDERAL

SIMULACIÓN DEL FEDERALISMO CENTRALISTA

Carlos Oropeza Bailey / Sendero Libre

El Distrito Federal fue creado para ser la sede de los poderes federales Ejecutivo, Legislativo y Judicial en noviembre de 1824, el Congreso de aquel momento decidió crearlo para imprimirle un sello federalista a la nación mexicana recientemente independizada de España y concluido el primer imperio mexicano de Agustín de Iturbide, como una entidad distinta a los demás, un territorio que no dependiera de ninguna entidad y así evitar la influencia excesiva de un estado sobre los demás, sino todos por igual. Esta no es la primera ocasión que se le cambia el nombre al Distrito Federal, fue el 20 de febrero de 1937, cuando al cambiar un gobierno central, desapareció el Distrito Federal, sin embargo en 1846 la Constitución federal fue restablecida y con ello reapareció el nombre de Distrito Federal. Así permaneció 170 años para volverlo a modificar, ahora en 2016 con la denominación de Ciudad de México.

La llamada reforma política del Distrito Federal desnuda la omplicidad de los gobiernos federal y local encabezado por el Sr. Mancera. Es un tema que orbita en la esfera de los derechos políticos de los ciudadanos capitalinos y el federalismo sui generis que nos hemos dado para mantener un eje centralista anacrónico que no hemos podido abandonar como nación.

La reforma constitucional que ahora crea la Ciudad de México, contó con el aval entre otros de los Congresos de: Aguascalientes, Chiapas, Chihuahua, Coahuila, Durango, Hidalgo, Estado de México, Jalisco, Michoacán, Nayarit, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa, Tabasco, Veracruz y Zacatecas.

La ‘Ciudad de México’ entre sus nuevas atribuciones podrá decidir el monto de su techo de deuda ya que hasta antes de esta reforma lo decidía la Cámara de Diputados.

El Ejecutivo local (Jefe de Gobierno), en lo sucesivo nombrará libremente a los titulares de la Secretaría de Seguridad Pública (SSPDF) y de la Procuraduría General de Justicia (PGJDF), ya en la legislación previa, el presidente de la República debía dar su visto bueno.

Las 16 delegaciones al convertirse en alcaldías con cabildos, tendrán mayor autonomía, y mayores aportaciones federales para su desarrollo. De igual forma se contempla la posibilidad de que puedan pasar de 16 a 20 alcaldías en el futuro.

Los diputados locales al igual que los funcionarios de las alcaldías podrían reelegirse, tal como empezará a suceder en el resto de las entidades federativas.

El elemento más importante de la reforma actual es la nueva Constitución política de la Ciudad de México, la que habrá de sustituir al Estatuto de Gobierno del Distrito Federal. Esta nueva Constitución será responsabilidad de una Asamblea Constituyente integrada por 100 legisladores, de los cuales 60 serán electos y los 40 restantes serán designados entre los titulares del poder ejecutivo federal, el poder ejecutivo local y el Congreso de la Unión.

Como podrán apreciar la mayoría de las nuevas facultades son para beneficio de la burocracia gobernante, ya que habrá más recursos para pagar los sueldos de funcionarios que nadie solicitó, por el contrario no hay claridad en que los nuevos reursos serán invertidos en salud, empleo, educación, movilidad urbana, vivienda, desarrollo social y productivo de los capitalinos.

Entre las agendas ciudadanas pendientes por incluir en el nuevo texto constitucional para la Capital de la nación están entre otras: la revocación de mandato a los funcionarios electos y/o designados, incluido el Jefe de Gobierno, liberar las consultas ciudadanas de las prohibiciones para abordar temas fiscales, nuevas formas de gobierno y de seguridad, entre otras. Transitar del viejo modelo democrático representativo a uno participativo requerirá de talento, imaginación, creatividad y libertad.

El proceso reformista no ha concluido y estará siempre en las manos de la ciudadanía darle continuidad y vigencia. Las huestes burocráticas gobernantes han demostrado hasta el cansancio su indolencia, incapacidad y profunda falta de sensibilidad. La acumulación en el tiempo de errores y omisiones gubernamentales, nos está dando la respuesta sobre la simulación e hipocresia que pretenden presentar como reforma política, los mexicanos opinamos, participamos y decidimos en nuestro aporte de federalismo responsable y maduro.

La soberanía del pueblo reside en su decisión de transformarse al compás de la realidad y no al ritmo de una burocracia decadente. La reforma real es contundente, los ciudadanos mandan y los gobernantes obedeccen, de lo contrario se van.

Carlos Oropeza Bailey / Sendero Libre