Reflexiones...para un mundo plural. Reflexiones Volumen 2, número 12 Abril 2015 | Page 8

PANAMÁ VII CUMBRE

DE LAs AMÉRICaS

Cuando nos encontrábamos apenas a cuatro meses de celebrarse la VII Cumbre de las Américas, el presidente Obama declaró como fracasada la política seguida hacia Cuba durante los últimos más de cincuenta años y aceptó que en definitiva, con tal política, el aislado había resultado ser Estados Unidos.

Decidía, después de dieciocho meses de negociaciones secretas con Cuba y de mutuo acuerdo con Raúl Castro, comenzar a trabajar para restablecer las relaciones entre ambos países. Finalmente decidía negociar con la Isla, pero le había tomado administración y media hacerlo. Si son reales sus intenciones y piensa en la irreversibilidad de la agenda, debe apresurarse.

Se trata de una declaración que conmocionó las relaciones internacionales y le granjeó las simpatías en el hemisferio y del mundo. Solo con declaraciones como esa, el Presidente, habría podido hace algunos años, cancelar la deuda que le creó recibir el Premio Nobel sin haber hecho nada aun. Se ponía en evidencia lo que ya la historia se había encargado de demostrar. Estados Unidos perdía con Cuba una batalla, que en su última etapa había durado más de cincuenta años. Obama decidía además, participar en la VII Cumbre, en medio de la nueva situación creada respecto a Cuba. Finalmente en la Cumbre de Mar del Plata, una verdadera rebelión hemisférica había conminado a liberar a Cuba de la prohibición que desde la Primera Cumbre de las Américas, celebrada en Miami en 1994, le impedía, por voluntad de Estados Unidos, participar a la Isla. Pero si bien es cierto que ambas decisiones respecto a Cuba, fueron inteligentes y hasta podríamos decir valientes por parte de Obama, se sumaba otra que no resultaría tal. Y mucho menos bienvenida. El presidente decidía emitir una directiva por medio de la cual, meses antes de la VII Cumbre a celebrarse en Panamá, atacaba a Venezuela, considerándola como un peligro para la seguridad nacional de Estados Unidos.

He aquí los dos acontecimientos principales, claves, que conformarían el contexto en que después se celebró esta última cumbre. Ambas decisiones de Obama, sobre Cuba primero y Venezuela después, levantaron muchas, preguntas, especulaciones y hasta expectativas, entre las cuales podemos mencionar las siguientes: - ¿Por qué Obama decidía utilizar con Cuba la “zanahoria” y con Venezuela el garrote? - ¿Buscaba Obama producir un contexto de contradicciones entre estos dos aliados? - ¿Quería Obama dar una señal de fuerza para atender hacia el futuro sus relaciones con otros países del hemisferio, que le resultaban tan incómodos como Venezuela? - ¿Estaba Obama, sintiéndose en desventaja, evitando asistir a la cumbre sobre la base de sabotearla? - ¿Respondía Obama de ese modo a las críticas internas que lo señalaban como un flojo con Cuba y en otros asuntos de su política interna y exterior? - ¿Trataba Obama de cumplir su promesa de campaña con Cuba, en lo cual creía desde sus días de senador? Lo cierto es que la actitud de Obama se prestaba a múltiples especulaciones, que solo la cumbre misma, podría ayudarnos a esclarecer. Por fin, llegó la VII Cumbre y las preguntas comenzaron, paulatinamente, a ser respondidas. En lo cual, la firmeza de Cuba y la actitud combativa de Venezuela desempeñaron un papel de primera línea.

Venezuela desplegó, junto al concurso de otros países del hemisferio y fuera del mismo, una fuerte campaña contra el ataque de Obama y casi por unanimidad se producía la crítica a la orden ejecutiva dictada por el Presidente. Cuba, por su parte, dejaba más que esclarecida su posición contraria a la actitud de Estados Unidos hacia Venezuela. Así se rompía el primer nudo. Estados Unidos no podría esperar una posición contemporizadora de Cuba con respecto a la agresión que Obama le hacia Venezuela, e incluso, asomaba el peligro de que el proceso de negociación iniciado con la Isla quedara bloqueado como resultado del ataque norteamericano contra Venezuela.

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8 Reflexiones / Abril, 2015

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