Jesús el domingo pasado nos invitaba a entender que la plenitud de la ley está en vivir como hijos de Dios y hermanos de todos, a asumir responsablemente nuestro compromiso de discípulos suyos. Hoy nos sigue hablando el amor, ya no como un sentimiento de simpatía y afinidad sino como una pedagogía, como un elemento de transformación muy poderoso. Vivimos momentos difíciles en nuestro país y nuestra condición de ciudadanos de cristianos nos exige tomar una postura firme desde la fe, el Evangelio en el que creemos y los valores del Reino de Dios. No podemos tomar partida en los acontecimientos renunciando al amor universal y a la fraternidad. Jesús también enfrentó a los "poderosos" solo con su amor y su coherencia, la sabiduría del mundo, esa que nos invita a responder a una pedrada con una piedra más grande, daba a Jesús por perdido, lo tenia por un loco, un iluso idealista; pero Dios lo resucitó de la muerte sufrida en manos de los "poderosos" y demostró que el amor tendrá siempre la ultima palabra, que la violencia y el odio jamás tendrán eco en la eternidad. Han oido que se dijo... Pero yo les digo es una invitación a convertirnos en nuestra manera de pensar y de responder. Jesús nos invita a responder la pedrada con una oración, a responder al odio con amor, a reconocer como mi hermano al que decidió desconocerme. No es fácil, hay que ser valiente, hay que estar bien plantado, hay que tener a Dios en el corazón. Y tu... Lo tienes?
Mt. 5, 38-48