Reflexiones... para un mundo plural Volumen 2, número 6 Octubre 2014 | Page 9

EFRAÍN

HUERTA

El Gran cocodrilo amante de la ciudad de México. La mejor manera de recordar a Efraín Huerta es "como un hombre que vivió intensa y profundamente este país, que trató de entender a sus semejantes, los amó y se peleó con ellos continuamente y nos dejó una larga multitud de palabras que están en su obra poética", afirmó David Huerta, hijo del poeta.

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Poeta, periodista, crítico de cine y de teatro, pero ante todo, gran amante de la ciudad fue Efraín Huerta "El Gran Cocodrilo" —como le decían sus amigos—, autor mexicano que en este año cumpliría 100 años y cuya conmemoración es una oportunidad para recordar su legado, como el mejor de los homenajes.

Nacido en Silao, Guanajuato, el 18 de junio de 1914, y fallecido en la Ciudad de México, el 3 de febrero de 1982, Efraín Huerta estudió leyes en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Desde 1936 ejerció el periodismo profesional y colaboró en periódicos y revistas como: Así, Comunidad, Diario de México, Diario del Sureste, El Corno Emplumado, El Día, El Fígaro, El Heraldo de México, El Mundo Cinematográfico, El Nacional, El Popular, Esto, La Capital, Metáfora, Nivel, Novedades, Pájaro Cascabel, Revista de Bellas Artes y Revista Universidad de México.

Junto a Octavio Paz, Rafael Solana y Neftalí Beltrán fundó la revista literaria Taller, cuyo título los haría ser recordados como la "generación de Taller (1938-1941).

"Dentro del grupo, Efraín Huerta se distinguió por su sana conciencia lírica, por su apasionado interés por la redención del hombre y el destino de las naciones que buscan en su organización nuevas normas de vida y de justicia", escribió su hija, Raquel Huerta-Nava.

Su obra poética más representativa está incluida en Absoluto amor (1935), Los hombres del alba (1944), La rosa primitiva (1950), El Tajín (1963), Poemas prohibidos y de amor (1973), Circuito interior (1977) y Estampida de poemínimos (1980).

En sus versos, Efraín Huerta aborda el tema del amor, la injusticia social, lo mejor y lo peor de la Ciudad de México y hasta el humor, cuya representación más clara estuvo presente en sus "poemínimos", caracterizados por su breve extensión.

En este sentido, el Secretario de Cultura de la Ciudad de México, Eduardo Vázquez Martín, manifestó que Efraín Huerta es un poeta de registros muy amplios, porque lo mismo va de una poesía del desaliento, a la de la patria, que a la festividad. Al tiempo que aseveró que su poesía era una irrupción de alegría, de gracia, de humor inteligente, ácido, en medio de la solemnidad de la poesía mexicana de su época.

La relevancia de su obra le llevó a Efraín Huerta a recibir numerosos premios literarios. En 1945, el gobierno de Francia le otorgó las Palmas Académicas; en 1975 recibió el Premio Xavier Villaurrutia; en 1976 recibió el Premio Nacional de Poesía; en 1978 el Premio Nacional de Periodismo; la Medalla de la Universidad Autónoma de Chiapas 1978; Quetzalcóatl de Plata 1977 del entonces Departamento del Distrito Federal (DDF).

"La inteligencia al servicio de la gracia"

"La poesía de Efraín Huerta trascendió las fronteras mexicanas y dejó su impronta en gran medida por sus poemínimos, por esa forma epigramática rebosante de humor y de ingenio que tanta falta le hacía a la lírica mexicana, inevitablemente solemne y dramática, desgarrada. Pero además de ese formato contenido en la brevedad y la rapidez, Huerta dejó una fuerte influencia en los poetas jóvenes de su época porque rompía con el acartonamiento formal y expresivo. Sin duda también porque fue un poeta urbano, y quizás menos por su militancia y su compromiso político que se dejan sentir en muchos de sus versos", apuntó el poeta José Ángel Leyva.

El también ensayista, editor y promotor cultural consideró que las mayores aportaciones de Huerta a la poesía mexicana son dos: la brevedad y el humor.

"La inteligencia al servicio de la gracia. También hay que agregar que el amor es también la revelación del cuerpo en una época en que el cuerpo parece esconder la mano tras la piedra del deseo y de la concupiscencia, la lujuria, pues. Huerta aborda el tema sin tapujos y sin miedos".

Para Eduardo Vázquez Martín, "Efraín fue una irrupción en la poesía mexicana, sin dejar de tener esa solemnidad y ese canto, también profundo, que compartía con los poetas de su generación. También le dio alegría, le dio gracia y nos hizo reír con la poesía".

El poeta de la Ciudad

Debido a que en numerosos versos de su obra, Efraín Huerta escribió sobre la Ciudad de México, fue conocido como "el poeta de la ciudad".

Efraín Huerta fue el gran amante de la capital del país y por ello es considerado el poeta de la Ciudad. "Sin el gran amante de esta urbe, quizá la Ciudad de México se sentiría despechada y no amada", expresó el Secretario de Cultura de la Ciudad de México, Eduardo Vázquez Martín.

"Huerta es el gran amante de la Ciudad, aunque su amor no es sencillo sino conflictivo, real, porque no es el amante que sólo cuenta los rasgos de la belleza de lo que ama, sino un amante que confronta, que quiere y que odia", señaló Eduardo Vázquez Martín durante su participación en la mesa redonda Efraín Huerta a 100 años de su natalicio y la repercusión de su obra poética en el Faro de Tláhuac, el pasado 15 de febrero.

El Secretario de Cultura capitalino consideró que esa característica lo hace un poeta sin el cual es difícil entender nuestra Ciudad, ya que todos sus habitantes comparten esa relación de amor y odio hacia ésta.

Para el poeta José Ángel Leyva, su atención por la ciudad se puede apreciar en poemas como Declaración de odio, Declaración de amor, o Buenos días a Diana Cazadora.

"En estas obras existe una relación profunda entre el poeta, el transeúnte de la Ciudad de México y los sentimientos contradictorios que le genera. Una urbe en expansión, un monstruo generoso que ya muestra sus tentáculos y sus virtuosos cantos. Nos muestra una ciudad que no se puede amar sin más, sin odio, sin resentimiento, pero amarla al fin y al cabo hasta las últimas consecuencias.

"Esto aplica para todos los habitantes, los nacidos o no nacidos aquí. En ese sentido hay un encuentro emocional y hasta estético con José Emilio Pacheco. Efraín Huerta, con ese puñado de poemas se gana un lugar privilegiado en la poesía en la que esta ciudad es la destinataria de los versos o es la protagonista del canto", aseveró Leyva.

Un gran testigo del mundo

A 100 años del nacimiento de Efraín Huerta, la mejor manera de recordarlo es actualizando su presencia a través de la lectura de su obra, porque Huerta es sobre todo su poesía, expresó José Ángel Leyva.

En este sentido, el hijo de Huerta y también escritor David Huerta indicó que "la mejor manera de descubrir la importancia de la obra de Efraín Huerta es leer sus poemas, porque uno advierte, percibe, en ellos un espíritu muy profundo y de una gran cantidad de registros".

En entrevista, resaltó la gran sensibilidad de su padre a todos los fenómenos del mundo. "Los fenómenos atmosféricos, los astronómicos, los cuerpos humanos, la convivencia, los valores en crisis, la pobreza, la injusticia... es decir, era un gran testigo del mundo. Efraín Huerta sabía ver, oír, gustar, oler y tocar el mundo, estaba muy presente, tenía, como decía su maestro Pablo Neruda, residencia en la tierra, vivía aquí con nosotros y sabía decirlo con las mejores palabras", dijo.

"Es un poeta muy terrenal y al mismo tiempo muy metafísico, que tiene un gran sentido del humor pero también un sentido trágico de las cosas y del devenir y de lo que ocurre alrededor de él. Es un poeta que sabe y entiende cómo es la soledad, pero también cómo es el hombre acompañado de otros hombres y de otras mujeres en un espacio tan conflictivo, tan variopinto como el espacio de la ciudad, es el poeta de la Ciudad de México a resumidas cuentas", comentó.

Correo electrónico: [email protected] www.jorbai.net México, D.F. , México

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