REBELIÓN EN LA GRANJA Rebelión en la Granja-George Orwell | Page 90

pagó y el importe abonado alcanzaba justamente para comprar la maquinaria necesaria para el molino de viento. Mientras tanto, la madera era llevada a toda prisa. Cuando ya había sido totalmente retirada, se efectuó otra reunión especial en el granero para que los animales pudieran contemplar los bi- lletes de banco de Frederick. Sonriendo beatíficamente y luciendo sus dos condecoracio- nes, Napoleón reposaba en su lecho de paja sobre la plataforma, con el dinero al lado suyo, apilado con esmero sobre un plato de porcelana de la cocina. Los animales desfilaron lentamente a su lado y lo contemplaron hasta el hartazgo. Boxer estiró la nariz para oler los billetes y los delgados papeles se movieron y cru- jieron ante su aliento. Tres días después se registró un terrible alboroto. Whymper, extremadamente pálido, llegó a toda velocidad montado en su bicicleta, la tiró al suelo al llegar al patio y entró corriendo. En seguida se oyó un sordo rugido de rabia desde el aposento de Napoleón. La noticia de lo ocurrido se difundió por la granja como la pólvora. ¡Los billetes de banco eran falsos! ¡Frederick había conseguido la madera gratis! Napoleón reunió inmediatamente a todos los animales y con terrible voz decretó sentencia de muerte para Frederick. Cuando fuera capturado, dijo, Frederick debía ser escaldado vivo. Al mismo tiempo les advirtió que después de ese acto traicionero, debía esperarse lo peor. Frederick y su gente podrían lanzar su tan largamente esperado ataque en cualquier momento. Se apos- taron centinelas en todas las vías de acceso a la granja. Ademas se enviaron cuatro palomas a Foxwood con un mensaje concilia- torio, con el que se esperaba poder restablecer las buenas rela- ciones con Pilkington. A la mañana siguiente se produjo el ataque. Los animales es- taban tomando el desayuno cuando los vigías entraron corriendo con el anuncio de que Frederick y sus huestes ya habían pasado 90