REBELIÓN EN LA GRANJA Rebelión en la Granja-George Orwell | Page 81

tales cosas pudieran ocurrir en nuestra granja. Eso se debe se- guramente a algún defecto nuestro. La solución, como yo la veo, es trabajar más. Desde ahora me levantaré una hora más temprano todas las mañanas». Y se alejó con su trote pesado en dirección a la cantera. Una vez allí juntó dos carretadas de piedras y tiró de ellas hasta el molino, antes de acostarse. Los animales se acurrucaron alrededor de Clover, sin hablar. La loma donde estaban acostados les ofrecía una amplia perspectiva a través de la campiña. La mayor parte de «Granja Animal» estaba a la vista: la larga pradera, que se extendía has- ta la carretera, el campo de heno, el bebedero, los campos ara- dos donde crecía el trigo nuevo, tupido y verde, y los techos rojos de los edificios de la granja, con el humo elevándose en espiral de sus chimeneas. Era un claro atardecer primaveral. El pasto y los cercados florecientes estaban dorados por los rayos del sol poniente. Nunca les había parecido la granja —y con cierta sorpresa se acordaron de que era su propia granja, y que cada pulgada era de su propiedad— un lugar tan codiciado. Mientras Clover miraba ladera abajo, se le llenaron los ojos de lágrimas. Si ella pudiera expresar sus pensamientos, hubiera sido para decir que a eso no era a lo que aspiraban cuando em- prendieron, años atrás, el derrocamiento de la raza humana. Aquellas escenas de terror y matanza no eran lo que ellos soña- ron aquella noche cuando el Viejo Mayor, por primera vez, los incitó a rebelarse. Si ella misma hubiera concebido un cuadro del futuro, sería el de una sociedad de animales liberados del hambre y del látigo, todos iguales, cada uno trabajando de acuerdo con su capacidad, el fuerte protegiendo al débil, como ella protegiera con su pata delantera a aquellos patitos perdidos la noche del discurso de Mayor. En su lugar —ella no sabía por qué— habían llegado a un estado tal en el que nadie se atrevía a decir lo que pensaba, en el que perros feroces y gruñones me- 81