REBELIÓN EN LA GRANJA Rebelión en la Granja-George Orwell | Page 78
nidad! », y hundió sus dientes en la pierna de Jones? Segura-
mente no habéis olvidado esto, camaradas —exclamó Squealer.
Como Squealer describió la escena tan gráficamente, a los
animales les pareció recordarlo.
De cualquier modo, sabían que en el momento crítico de la
batalla, Snowball se había vuelto para huir. Pero Boxer aún
estaba algo indeciso.
—Yo no creo que Snowball fuera un traidor al principio —
dijo finalmente—. Lo que haya hecho desde entonces es distin-
to. Pero yo creo que en la «Batalla del Establo de las Vacas» él
fue un buen camarada.
—Nuestro Líder, el camarada Napoleón —anunció Squea-
ler, hablando lentamente y con firmeza—, ha manifestado ca-
tegóricamente, categóricamente, camaradas, que Snowball fue
agente de Jones desde el mismo comienzo de todo y en cual-
quier caso, desde mucho antes de que se pensara siquiera en la
Rebelión.
—¡Ah, eso es distinto! —gritó Boxer—. Si el camarada
Napoleón lo dice, debe ser así.
—¡Ése es el verdadero espíritu, camarada! —gritó Squea-
ler, pero se notó que lanzó a Boxer una torva mirada con sus
relampagueantes ojillos. Se volvió para irse, luego se detuvo y
agregó en forma impresionante—: Yo le advierto a todo animal
de esta granja que tenga los ojos bien abiertos, ¡porque tene-
mos motivos para creer que algunos agentes secretos de Snow-
ball están entre nosotros y al acecho en este momento!
Cuatro días después, al atardecer, Napoleón ordenó a los
animales que se congregaran en el patio. Cuando estuvieron
todos reunidos, Napoleón salió de la casa, luciendo sus dos
medallas (porque recientemente se había nombrado él mismo
«Héroe Animal de Primer Grado» y «Héroe Animal de Segun-
do Grado»), con sus nueve enormes perros brincando alrededor
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