REBELIÓN EN LA GRANJA Rebelión en la Granja-George Orwell | Page 46
Ningún otro animal de la granja pudo pasar de la letra A.
También se descubrió que los más estúpidos como las ovejas,
las gallinas y los patos eran incapaces de aprender de memoria
los siete mandamientos. Después de mucho meditar, Snowball
declaró que los siete mandamientos podían reducirse a una sola
máxima expresada así: «¡Cuatro patas sí, dos pies no!». Esto,
dijo, contenía el principio esencial del Animalismo. Quien lo
hubiera entendido a fondo estaría asegurado contra las influen-
cias humanas. Al principio, las aves hicieron ciertas objeciones
pues les pareció que también ellas tenían solamente dos patas;
pero Snowball les demostró que no era así.
—Las alas de un pájaro —explicó— son órganos de propul-
sión y no de manipulación. Por lo tanto deben considerarse co-
mo patas. La característica que distingue al hombre es la «ma-
no», útil con el cual comete todos sus desafueros.
Las aves no acabaron de entender la extensa perorata de
Snowball pero aceptaron sus explicaciones y hasta los animales
más insignificantes se pusieron a aprender la nueva máxima de
memoria. «¡Cuatro patas sí, dos pies no! » fue inscrita en la pa-
red del fondo del granero, encima de los siete mandamientos y
con letras más grandes. A las ovejas les encantó y cuando se la
aprendieron de memoria la balaban una y otra vez, hasta cuando
descansaban tendidas sobre el campo y su «¡Cuatro patas sí, dos
pies no!», se oía por horas enteras, repetido incansablemente.
Napoleón no se interesó por los comités creados por Snow-
ball. Dijo que la educación de los jóvenes era más importante
que cualquier cosa que pudiera hacerse por los adultos. Entre-
tanto sucedió que Jessie y Bluebell habían parido poco después
de cosechado el heno. Entre ambas, habían dado a la Granja
nueve cachorros robustos. Tan pronto como fueron destetados,
Napoleón los separó de sus madres, diciendo que él se haría car-
go de su educación. Se los llevó a un desván, al que sólo se po-
día llegar por una escalera desde el guadarnés, y allí los mantu-
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