REBELIÓN EN LA GRANJA Rebelión en la Granja-George Orwell | Page 45

domesticar a los animales salvajes, por ejemplo, falló casi de raíz. Siguieron portándose prácticamente igual que antes, y cuando eran tratados con generosidad se aprovechaban de ello. La gata se incorporó al Comité para la reeducación y actuó mu- cho en él durante algunos días. Cierta vez la vieron sentada en la azotea charlando con algunos gorriones que estaban fuera de su alcance. Les estaba diciendo que todos los animales eran ya ca- maradas y que cualquier gorrión que quisiera podía posarse so- bre su garra; pero los gorriones prefirieron abstenerse. Las clases de lectura y escritura, por el contrario, tuvieron gran éxito. Para otoño casi todos los animales, en mayor o me- nor grado, tenían alguna instrucción. Los cerdos ya sabían leer y escribir perfectamente. Los perros aprendieron la lectura bastan- te bien, pero no les interesaba leer otra cosa que los siete man- damientos. Muriel, la cabra, leía un poco mejor que los perros, y a veces, por la noche, acostumbraba a hacer lecturas para los demás, de los recortes de periódicos que encontraba en la basu- ra. Benjamín leía tan bien como cualquiera de los cerdos, pero nunca ejercitaba sus capacidades. Por lo que él sabía, dijo, no había nada que valiera la pena de ser leído. Clover aprendió el abecedario completo, pero no podía unir las palabras. Boxer no pudo pasar de la letra D. Podía trazar en la tierra A, B, C, D, con su enorme casco, y luego se quedaba parado mirando absorto las letras con las orejas hacia atrás, moviendo a veces la melena, tratando de recordar lo que seguía, sin lograrlo jamás. En varias ocasiones, es cierto, logró aprender E, F, G, H, pero cuando lo consiguió, fue para descubrir que había olvidado A, B, C y D. Finalmente decidió conformarse con estas cuatro letras, y solía escribirlas una o dos veces al día para refrescar la memoria. Mollie se negó a aprender más de las seis letras que componían su nombre. Las formaba con mucha pulcritud con pedazos de ramas, y luego las adornaba con una flor o dos y caminaba a su alrededor admirándolas. 45