REBELIÓN EN LA GRANJA Rebelión en la Granja-George Orwell | Page 33
Desgraciadamente, el alboroto armado despertó al señor Jo-
nes, que saltó de la cama creyendo que había un zorro merode-
ando en los corrales. Tomó la escopeta, que estaba permanente-
mente en un rincón del dormitorio, y disparó un tiro en la oscu-
ridad. Los perdigones se incrustaron en la pared del granero y la
sesión se levantó precipitadamente. Cada cual huyó hacia su lu-
gar de dormir. Las aves saltaron a sus palos, los animales se
acostaron en la paja y en un instante toda la granja estaba dur-
miendo.
II
Tres noches después, el Viejo Mayor murió apaciblemente
mientras dormía. Su cadáver fue enterrado al pie de la huerta.
Eso ocurrió a principios de marzo. Durante los tres meses si-
guientes hubo una gran actividad secreta. A los animales más
inteligentes de la granja, el discurso de Mayor les había hecho
ver la vida desde un punto de vista totalmente nuevo. Ellos no
sabían cuándo sucedería la Rebelión que pronosticara Mayor; no
tenían motivo para creer que sucediera durante el transcurso de
sus propias vidas, pero vieron claramente que su deber era pre-
pararse para ella. El trabajo de enseñar y organizar a los demás
recayó naturalmente sobre los cerdos, a quienes se reconocía en
general como los más inteligentes de los animales.
Elementos prominentes entre ellos eran dos cerdos jóvenes
que se llamaban Snowball y Napoleón, a quienes el señor Jones
estaba criando para vender. Napoleón era un verraco grande de
aspecto feroz, el único cerdo de raza Berkshire en la granja; de
pocas palabras, tenía fama de salirse siempre con la suya.
Snowball era más vivaz que Napoleón, tenía mayor facilidad de
palabra y era más ingenioso, pero lo consideraban de carácter
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