REBELIÓN EN LA GRANJA Rebelión en la Granja-George Orwell | Page 10
La historia completa puede prolongarse un poco más. El 3 de
septiembre de 1945 Orwell escribía a un periodista laborista —
Frank Barver— en estos términos: «He quedado sorprendido por
la amistosa acogida dispensada a Rebelión en la granja después
de que la obra estuviera durmiendo por más de un año, ya que
ningún editor osaba publicarla antes del término de la guerra». Y
el 18 de agosto, en una carta a Herbert Read, le contaba que él
había dejado de escribir en Tribune durante su estancia en Fran-
cia, «y no he reanudado mi colaboración porque Bevan está ate-
rrorizado temiendo se produzca un gran revuelo en torno a Rebe-
lión en la granja, tanto más si el libro aparece antes de las elec-
ciones como en un principio estaba previsto».
He querido recoger estas dos manifestaciones a falta de otras
más evidentes. Ciertamente, el libro no estuvo «durmiendo» un
año en las imprentas por las causas que indica Orwell, pues él
mismo, en carta a Eliot del 5 de septiembre de 1944, decía:
«Warburg está dispuesto a lanzar mi libro, pero no es probable
que lo pueda hacer hasta él próximo año a causa de la escasez de
papel». Y en otras cartas cruzadas entre Orwell y su primera
mujer y entre él y su agente editorial —que se conservan en la
Colección Berg, de Nueva York—, se habla de las complicacio-
nes surgidas para la firma del contrato de edición, dificultades
que se prolongaron hasta marzo de 1945. Todo ello hace supo-
ner que Orwell pudo tener efectivamente su libro «durmiendo»
durante un año, pero voluntariamente y a causa de las primeras
dificultades surgidas al intentar editar lo que sería su obra maes-
tra, tanto política como literaria.
En el inédito prólogo, Orwell mismo expresa las razones del
retraso, fundadas en un ambiente en el que «los liberales le tie-
nen miedo a la libertad y los intelectuales no vacilan en manci-
llar la inteligencia», aunque yo, personalmente, no crea en esta
excesiva influencia. Tal vez ahora seamos más tolerantes con las
opiniones discordantes y algunas veces, por desgracia, más indi-
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