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SEMANA 8 - LÍDERES Y LIDERADOS SEMANA 7 - LÍDERES Y LIDERADOS Para nosotros los cristianos, ser liderados o liderar es cuestión propia del discipulado y estructura eclesiástica. Es por ello que en las siguientes dos semanas reflexionaremos en las relaciones interpersonales con nuestros líderes o discípulos. • Esta semana Leeremos 1 Reyes 19:7-21 y 2 Reyes 2:1-18 En el vínculo de Elías y Eliseo vemos reflejado una relación en la cual existe admiración, cuidado y respeto mutuo. Además, se puede observar cómo, por un lado, es Dios mismo quien le señala a Elías que unja a Eliseo y, por otro lado, el deseo más profundo de Eliseo era precisamente tener aquella unción de su maestro en doble porción. Algo ambicioso ¿no? Sin embargo, Dios lo concedió. A veces tenemos este privilegio de ser guiados por quienes admiramos profundamente debido a que logramos ver el espíritu que habita en ellos y lo anhelamos; nos llevan a hacer la voluntad de Dios con mayor pasión y valentía, permitiéndonos crecer y ser mejores de lo que fuimos. Con líderes así llegamos a declarar fidelidad a Dios y a nuestro maestro, tal como señala Eliseo: “Tan cierto como que el Señor y tú viven, te juro que no te dejaré solo”. • Queremos invitarte a orar por tus líderes, a ser fiel a ese vínculo de amor, respeto y admiración. No por lo humano de éste, sino por el espíritu que habita en él, que te ha permitido ser consolado en días difíciles, levantado luego de las duras derrotas, que te ha guiado aun en la neblina, que ha potenciado tu llamado y quien nos han permitido pararnos sobre sus hombros y parecer gigantes, aun cuando no lo somos. • Por otro lado, si estas en la vereda de liderar, ora para que lo que dejes siempre sea doble unción del espíritu que habita en ti. Que los que vienen sean inundados de aquello que no se aprende en un seminario ni en clases de exégesis, sino que se vivencia en la humildad de una vida con Jesús. • Te invitamos a tomar un tiempo de oración por la relación con tus líderes y liderados, pidiéndole a Dios que lo que abunde entre ustedes sea su espíritu. Esta semana leeremos 1 Samuel 24 y 26 Hay ocasiones en las que no tenemos las mejores experiencias con nuestros líderes. Uno de los casos emblemáticos de la Biblia es el que acabamos de leer. Saúl no era para nada un buen líder, y aún menos un buen discipulador o predecesor de una misión. La envidia que le tenía a David lo ciega y lo único que quiere es matarlo ¿Te imaginas que tu líder, siquiera de manera simbólica, te envidiara tanto que buscara matar nuestro llamado o ministerio futuro?… ¡wow! Sería muy malo. Bueno, es probable que hayas tenido o tienes un líder que carece de temor de Dios en algún área, o simplemente aún no ha sido perfeccionado o sanado por Dios en alguna dimensión de su vida… No te preocupes, todos las tenemos, sólo que es más fácil herir a otros cuando estamos en liderazgo. Lo anterior no justifica el pecado, pero recuerda no estamos aquí para juzgar. Lo importante de esto es cómo podemos enfrentar esta realidad, cómo podemos dejarnos moldear por Dios y sobrellevar una relación cuando la parte “madura” de nuestro líder parece que se quedó en el ropero. Vemos en este caso bíblico que David actuó en humildad, llegando a señalar en dos ocasiones que él no extendería la mano contra el ungido de Jehová. A veces, frente a las carencias de nuestros líderes no les matamos físicamente, pero sí levantamos nuestra mano simbólicamente contra ellos a través de la murmuración, la queja o de frentón yendo en contra de su liderazgo desacreditándoles. Por otro lado, como discipuladores o líderes, debemos ser conscientes de que nuestras debilidades personales pueden dañar a quienes están bajo nuestro liderazgo, quizás no nos ceguemos al punto de querer asesinarles (eso espero), pero debemos cuidarnos de no ahogar sus ministerios ni deseo de servir, su amor por Dios o su esperanza en la obra del Espíritu Santo. • Te invitamos tener un tiempo de oración si eres líder, por alinearte con el corazón de Dios para tu liderazgo en cuanto a la relación que mantienes con quienes lideras. Pídele a Dios que te muestre si hay algo en ti que está dañando a quienes lideras. • Si eres discipulado, entonces te animamos a interceder por las debilidades de tus líderes y pensar en formas prácticas en cómo tú puedes honrarles, siendo de apoyo y no poniendo tu mano contra ellos en su liderazgo. alfa-piebs.cl 25